Al contrario de lo que cabría esperar, la cotidiana libertad política no ha tenido el efecto mágico de hacernos mejores sino que hay quienes se empeñan en recordar todos los días y para que no lo olvidemos qué es lo que nos separa. Es una labor de años que llevan haciendo los políticos y los medios de comunicación, creando desconfianza, odio y separación; inventando batallas ideológicas para polarizarnos, para hacernos ver que nuestro peor enemigo es el conciudadano, el de al lado, el igual. Con esta intolerancia al contrario han creado un clima en el que no me extrañan las escenas de agresividad contra Intereconomía.

Medios y políticos están encamados. Esa debería ser la primera lección de una educación ciudadana ideal. Es así. Como dice Toni Piqué, los medios españoles sólo se han dado cuenta ahora de la indignación de la sociedad española por la falta de calidad de nuestra democracia. Evidentemente, no es que ahora se enteren de que hay corrupción, mentira, cinismo, partidismo, amiguismo, enchufismo, incompetencia, brutalidad, derroche y cortoplacismo en los políticos españoles. Lo sabían y lo saben mejor que nosotros, conviven con ello y unos se han aprovechado de ese conocimiento para medrar como personas o empresas, otros han desarrollado un profundo cinismo, otros malviven con una conciencia culpable y, quizá la mayoría de los periodistas, querrían estar haciendo otra cosa.

Unos pocos son héroes que dicen verdades, que sobreviven entre cascotes de derribos, mirando a izquierda y derecha constantemente para que no les den una patada traidora. A esos es a los que hay que leer y escuchar.

No os engañéis, los medios como tales siguen empeñados en llevar el agua a su molino, porque los medios españoles viven de los favores de los políticos, no viven de la audiencia. Son parte del problema, nunca la solución. El periodismo es la solución.

Sentado esto, los medios siguen atentos a lo que ocurre en la Puerta del Sol porque es más cómodo hacer fotos de un grupo de gente que saber qué está pasando.

Lo que está pasando es que desde ayer por la tarde la movilización entró en barrena. Las propuestas de las asambleas del 20 de mayo eran tan delirantes y partidistas que los impulsores más conocidos de la movilización del día 15 – Enrique Dans y Ricardo Galli– se desmarcaron del manifiesto e hicieron una llamada a retormar los puntos que ponían de acuerdo a toda la gente movilizada.

No es que no estuvieran de acuerdo con el contenido, que ya sería mucho, sino que deslegitimaron a las asambleas para tomar decisiones sobre la sustancia de lo que el movimiento es.

El motivo es que unas asambleas callejeras no son instrumentos libres ni legítimos para tomar decisiones. Eso ya se publicó aquí y es de puro sentido común, pero los medios y la gente allí acampada prefieren seguir viviendo sus horas de romanticismo reivindicativo. Ellos, que no han sido elegidos por nadie, se erigen en portavoces de un pueblo.

La Puerta del Sol se ha convertido en un parque temático del ágora griega, pero sin que hablen los Sócrates, sólo los cínicos y los demagogos.