La laicidad, objetivo de la democracia en España · ELPAÍS.com.

 

Ayer no tuve tiempo de comentar este artículo de Gregorio Peces Barba en El País. Lo tuiteé diciendo «Ejemplo de sueño de la razón que produce monstruos. La laicidad, objetivo de la democracia en España · http://ow.ly/4wWJC»

También podemos cambiarle el título y decir: «La represión de los católicos, objetivo del PSOE en España», ya que eso es lo que pide Peces y deberíamos preguntarle a los de su partido si están de acuerdo. Podíamos preguntarle a Peces también, ¿por qué habla de laicidad cuando quiere decir represión?

Con la excusa de la Ilustración se inventa una teoría según la cual los católicos quedamos fuera de las democracias actuales y somos un peligro para ellas. El artículo, en su inicio, es un buen ejemplo de cómo las malas teorías son simplificaciones de la realidad que conllevan una descarada carga de prejuicios: miro la realidad por mi canuto y si no cabe por el canuto, la estrujo. Así, resulta que el protestantismo fue la panacea de la separación Iglesia-Estado cuando los únicos países confesionales que quedan en Europa son los protestantes, especialmente las luteranas Suecia y Dinamarca. Pero, ¡qué narices! no vamos ahora a dejar que la realidad nos estropee una buena teoría.

Con esos palitroques «intelectuales» el pobre Peces intenta argumentar que se debe eliminar el concordato con la Santa Sede y la enseñanza de la religión en España.

Por supuesto, Peces no informa a los lectores de que en los países nórdicos la clase de religión es obligatoria, mientras que en las católicas Italia, Polonia e Irlanda es optativa. En fin, esas certezas falsas que jalonan el pensamiento único neoprogresista.

Hay un trabajo de recopilación de la situación de la enseñanza de la religión en Europa, que recomiendo muy vivamente. especialmente a todos aquellos que han sido informados falsamente sobre «los privilegios de la Iglesia en España». Lo han hecho unos escolares, para vergüenza de tanto catedrático.

Donde ya remata la borrachera cainita el señor Peces es en el colofón del artículo que reproduzco abajo. Sonroja que un diario publique estas llamadas a la represión de un grupo social, al «palo». Sonroja que un redactor de la Constitución se haya convertido en un elemento radical antisistema con ansias de eliminar de la vida civil a quien no piensa como él.

No podemos ser tan ingenuos como para pensar que la inacción por nuestra parte va a ser respondida con la neutralidad y el juego limpio. Eso solo ocurrió con Juan XXIII y con Pablo VI. Después las cosas volvieron a su cauce tradicional y la deslealtad a las autoridades civiles volvió a ser la regla. Son partidarios de todo lo que representa Doña Esperanza y no se puede esperar nada. Cuanto más se les consiente y se les soporta, peor responden. Solo entienden del palo y de la separación de los campos. Un Estado libre y una Iglesia libre, cada uno en su ámbito y sin que puedan tener ningún ámbito exento, ni ningún privilegio. Pactar con ellos desde la buena fe es estar seguro de que se aprovecharán todo lo que puedan.