Quizá alguien de otros partidos debería reflexionar sobre qué ha pasado para que unos académicos del campus de Somosaguas que ganan cuatro duros hayan superado a sus asesores políticos millonarios.

La sociedad es un océano inabarcable, así que lejos de mí intentar con cuatro palos explicar la elección de los parlamentarios europeos que se realizó ayer.

Todos estamos sometidos a cientos de influencias: interpersonales, institucionales, empresariales y de los medios de comunicación; en la calle y en Internet. Saber qué influye más a cada persona sería labor casi inútil.

Uno de los resultados que ha sorprendido más es el de Podemos, partido surgido aparentemente de la nada y que se ha llevado 5 escaños.

Podemos es un partido de extrema izquierda que emerge del 15-M y, antes, de los movimientos antiglobalización, las movilizaciones contra la guerra de Irak y el Prestige.

Su líder, Pablo Iglesias, es doctor de la Universidad Complutense en ciencias políticas desde 2008. En esa misma Universidad (Campus de Somosaguas) terminó su licenciatura en 2004. Tiene una línea de investigación constante sobre los movimientos alternativos y aúna en su persona la investigación con la militancia. Como curiosidad, os diré que en mi tesis cité a Pablo Iglesias y una de sus comunicaciones sobre el 13-M en la que describía las disputas internas de los organizadores de la protesta ante la sede del PP.

Los movimientos antiglobalización han sido pioneros en el uso de Internet, de los medios sociales que existían en 2000 a los de 2014.  ¿Qué ha cambiado de entonces a ahora para que se haya consolidado un partido político que ha obtenido más de 1 millón de votos?

En mi opinión, la televisión. Sí, la vieja televisión. Esa clave podemos encontrarla ya en su tesis doctoral:

En ese contexto, Luca Casarini abrió una polémica con los sistemas de publicación abierta afirmando que el media sirve para disparar, para combatir (2002a:32). Si en Seattle una herramienta como Indymedia (que permitía a los activistas subir cualquier tipo de información y en cualquier formato a Internet) había resultado revolucionaria, tres años después, había perdido buena parte de sus virtudes. Si bien seguía representando una herramienta útil, su propio formato difuso tendente a la acumulación indiferenciada de noticias, le impedía competir con los medios convencionales. (pag 396)

Iglesias se había dado cuenta ya de que Internet es útil para la guerrilla pero poco eficaz frente a los cañones de los medios de comunicación. No hace falta más que recordar la intensa (y estéril) actividad en las redes sociales del movimiento 15-M. Aquello, que era teóricamente apartidista, finalmente por la eficacia de algunos como Pablo Iglesias, terminó en un partido político. Aquello, que era transversal, acabó en un partido comunista.

Los movimientos marginales -no en sentido peyorativo sino meramente descriptivo- tienen una mejor habilidad para asumir el cambio, pero para llegar a lo masivo, necesitas normalizar tu mensaje. La normalización la hace estupendamente la televisión. Una cosa es ver las fotos de personas debatiendo en Sol o leer sus tuits y posts y otra muy diferente es encender la tele de tu casa y ver a Pablo Iglesias en un plató debatiendo con Marhuenda.

Pablo Iglesias es un personaje televisivo. Buen tertuliano, se pulió en una televisión del diario Público, La Tuerka, como presentador y moderador. Luego comenzó a participar como tertuliano habitual en La Sexta y Cuatro, incluso en Intereconomía.

Es sosegado, claro, convincente. Jamás concreta cómo va a conseguir los billones que harían falta para su mundo y se queda en blanco ante los que saben más que él de economía. Esto no importa demasiado si estás hablando ante una audiencia que está desencantada con los dos grandes partidos que le han representado en los últimos 30 años y que soporta un paro de más del 25 por ciento. El clima será a tu favor, eres el bueno. Es la televisión, es entretenimiento.

Podemos es un partido personalista por esta misma razón. Es útil. Pablo Iglesias lo decía en una entrevista a El País:

«Los compañeros entendían que uno de los puntos fuertes era tener a una persona, en este caso yo, conocida por su aparición en televisión. Creo que el balance es positivo porque nadie puede presumir tanto como Podemos por haber movilizado a tanta gente que se está reincorporando a la política».

Al decidir poner su cara como símbolo del partido en la papeleta, estaban siendo prácticos:

A la hora de justificar su medida, el grupo promotor de Podemos argumenta que «todos los estudios que maneja el equipo de campaña de Podemos y los que han sido publicados en los medios de comunicación, coinciden en que entre los ciudadanos es mucho más conocido Pablo Iglesias que la iniciativa». No obstante, añade que «cuando se sugiere su existencia la gran mayoría manifiesta simpatía por los postulados centrales».

En un perfil publicado hoy en El País insiste en lo mismo:

«Nosotros no contamos con la financiación del PSOE y el PP, no hemos pedido créditos, no tenemos amigos poderosos, ni amigos en los medios que nos den concesiones por favores, tenemos un chaval con coleta que sale en la televisión», se defiende Iglesias.

¿Y en Twitter? En Twitter también es más conocido Pablo Iglesias que Podemos. Desde el sábado a hoy, Podemos ha pasado de 53.000 a 114.000 seguidores en Twitter, los ha duplicado, lo cual nos da idea de la fuerza que da salir en los medios. Pero Pablo Iglesias ha pasado de 167.000 a casi 250.000.

Comparación de seguidores de Podemos y Pablo Iglesias

Comparación de seguidores de Podemos y Pablo Iglesias

¿Cómo gestionarán ese personalismo a partir de ahora? ¿Se podrá permitir Pablo Iglesias no asistir a las tertulias?

Tienen una victoria difícil de gestionar, pero no me cabe la menor duda de que no son unos aficionados.

Actualización: añado el excelente perfil realizado por Pablo R. Suanzes El líder que profesionalizó las tertulias