El domingo  pasado de madrugada unos salvajes golpearon a Wilfred de Bruijn y su acompañante, Olivier, rompiéndole los dientes y algunos huesos de la cara. Lo hicieron, según las víctimas, al grito de «Mira, dos homosexuales». Los puñetazos llovieron como piedras sobre ellos, que quedaron inconscientes y se despertaron ya en la camilla de una ambulancia.

El enlace que pongo arriba es del británico Daily Mail, que hace notar que el ataque se realizó en el distrito 19 de París, una zona habitada mayoritariamente por población musulmana y escenario de los peores disturbios en 2005 en París.

El distrito 19 no es que sea un distrito difícil, es que es una NO-GO Zone, una zona en la que el Estado francés no se hace responsable de lo que ocurra ya que los musulmanes radicales la han declarado bajo la sharia, la ley islámica.

El Ministerio del Interior francés incluso ha puesto online un mapa de zonas intransitables, a las que llama «Zonas Urbanas Sensibles» en la que se incluye el distrito 19.

Curiosamente, el correponsal en París de El País, Miguel Mora, acusa a los católicos de la agresión y lo lleva con esa acusación El País en portada: «La ley del matrimonio gay saca a la luz en Francia la intolerancia de la derecha y los grupos católicos, incluso con agresiones».

Lo que apesta a intolerancia es El País y su correponsal. Sin una prueba, con todos los indicios en contra, los católicos somos los culpables. Eso se llama incitación al odio, difamación de grupos religiosos, la antesala de la violencia contra colectivos sociales. Como de costumbre, predicando justo lo contrario de lo que hacen.