Fui a ver la película y en la sala no había más de 15 personas. Era una hora rara de un día de semana pero también es cierto que era el día del espectador y la peli estaba recién estrenada. Me desconcertó la falta de público en primer lugar y, en segundo lugar, que hubo risas en el mismo momento en que se registraron en Cannes: cuando Tom Hanks dice a Sophie que es la última descendiente viva de Jesucristo.

En segundo lugar, hablé con una persona que se ha leído el libro y le ha gustado un montón y que se fue a ver la peli en cuanto se estrenó. Me dijo que le había encantado pero se le escapó que se quedó dormida…

Como ya dije, el miércoles participé en una mesa redonda sobre el Código da Vinci en la que participaba también D. Ángel Marzoa, un sacerdote muy sabio rector del seminario de Vigo. Ya avisé a JJG Noblejas de que le iba a plagiar y lo hice con muchas de las cosas que él escribió sobre el CDV (por cierto, aún faltando posts, copié los contenidos y pasaban de las 68 páginas a párrafo sencillo).

Como detalle bonito, he de decir que el local en donde se celebró la mesa redonda es de una asociación cultural que preside un anglicano, quien nos lo cedió «gratis et amore«. Él también asistió, manifestó estar muy contento con lo que estaba oyendo y nos aportó su punto de vista. Fue muy enriquecedor.

Bien, ¿estamos ante un puro producto del marketing que pasa sin dejar huella? Puede ser, en cierto sentido, pero creo que va a dejar huella positiva. Creo que muchas personas llegarán a conocer mucho más a Jesucristo gracias a la curiosidad suscitada. Si es así, es otra muestra más de que Dios escribe recto con renglones torcidos.