La beatificación de Álvaro del Portillo es la beatificación de un hombre corriente que vivió de forma heroica. De ese heroísmo cotidiano tan poco vistoso como imprescindible. Hay quien quiere nombrarlo patrón del servicio al cliente.

La banda sonora de una vida así debería ser la Fanfarria para un hombre corriente de Copland, una música heroica dedicada a los afanes diarios.

Según cuenta la Wikipedia, el homenaje al hombre corriente que había luchado en la II Guerra Mundial fue la inspiración de la obra y tan corriente es el heroísmo de sus protagonistas que pagar impuestos es una de esas obligaciones rutinarias, pesadas y nada agradecidas que se tuvo en cuenta para estrenar la composición.

Goossen escribió: «Su título es tan original como su música, y en mi opinión expresa tantas cosas que merece ser interpretada en una ocasión especial. Si está usted de acuerdo, la estrenaremos el 12 de marzo de 1943, la fecha del impuesto a las ganancias». La respuesta de Copland fue «Estoy totalmente de acuerdo en honrar al hombre común en la fecha del impuesto a las ganancias».

Mi homenaje a los voluntarios, a la gente que hizo tantos sacrificios para asistir a Valdebebas, para aquellos que no pudieron lograrlo porque la enfermedad, las obligaciones familiares o laborales, la falta de dinero lo hizo imposible; para los profesionales de los medios que transmitieron a todo el mundo una ceremonia que, en el fondo, era una exaltación de la vida escondida.