Tom Cruise y Steven Spielberg han creado una película que será
posiblemente un bombazo comercial y que está resultando ya un bombazo
mediático en Estados Unidos. Minority report, que es como se titula la
película, está ambientada en 2054 y Tom Cruise es un policía
cibernético de una brigada que se encarga de «prever» asesinatos
mediante la tecnología, arrestar a los futuros malos y así­ impedir que
lleven a cabo sus propósitos. La pelí­cula arranca cuando Cruise, el
poli, es acusado de un futuro asesinato y huye.

La historia fue escrita en los años 50 por Philip K. Dick, Spielberg
y Cruise decidieron llevarla al cine en 1999 pero la historia parece
estar realizándose ya en nuestra sociedad, en este inicio de siglo
marcado por el atentado a las Torres Gemelas. Y no soy la única que lo
ha dicho, en EEUU hay hasta quien cree ver al fiscal general del Estado
John Ashcroft como uno de los personajes.

Al leer el argumento podemos encontrar paralelismos con lo que nos
está ocurriendo en el mundo occidental. Estamos tan obsesionados con la
seguridad que aceptamos como deseable que el Estado tome custodia de
nuestros datos, de nuestra vida, de nuestras comunicaciones y de
nuestras economías. Es el miedo el que ha desatado esta absurda
claudicación de occidente. Llegamos a la conclusión a la que llegó
Hobbes hace siglos: sólo el Estado nos puede salvar de nuestro
semejante el hombre. Triste sociedad ésta que necesita pertrecharse,
espiarse y encadenarse para no agredirse a ella misma.

Las medidas que Europa y EEUU están tomando contra el terrorismo están
suponiendo un paso atrás en las libertades y eso nunca sale gratis. En
esto, los españoles estamos siendo los pioneros y me refiero en
concreto a dos artí­culos de la LSSI, ley que ha sido aprobada
definitivamente el 27 de junio de 2002 y que entrará en vigor en
septiembre.

En primer lugar, la ley prevé una lista de principios que los
contenidos en Internet no pueden vulnerar y que incluye conceptos como
la defensa nacional, el orden público o la investigación penal. Esa
lista de principios es tan respetable como la que yo pueda elaborar:
por ejemplo, que no se permitan las promesas polí­ticas falsas, la
demagogia, el cinismo, los insultos. ¿Por qué no incluir mi lista de
principios intocables? Imaginen qué idí­lico serí­a un país en el que a
los polí­ticos sólo se les permitiera hacer promesas que luego cumplan
y qué cuidado tendrí­an al hablar o escribir. Es posible que muchos
decidieran ni presentarse a las elecciones y hasta es posible que al
final sólo Uno se presentara y que, por tanto, las elecciones
no fueran tan siquiera necesarias y pudiéramos ahorrarnos todo el
dinero que nos gastamos en partidos, elecciones, diputados y senadores.

En segundo lugar la enmienda que con nocturnidad incluyó el PP en el
Senado y que permite el almacenamiento de datos de navegación durante
un año es otra patada al derecho a la privacidad. Si un ISP dispone de
todos mis datos de navegación durante un año los utilizará para su
provecho, no les quepa duda. Pero ya que nuestro Gobierno quiere que
estemos listos para ser cacheados en cualquier momento propongo que los
datos de navegación de los senadores, diputados y miembros del gobierno
no sólo sean guardados durante un año como los de los demás sino que
estén disponibles para su revisión por parte de sus conciudadanos. Si
no tienen nada que ocultar no veo el problema y sin duda la medida
facilitará el control de la corrupción (ése sí­ que es un problema
real), el amiguismo y las pérdidas de tiempo en los despachos
oficiales. El saberse vigilados aumentará el rendimiento de nuestros
próceres y evitará tentaciones perversas.

Y si las dos ideas de los párrafos anteriores les parecen absurdas
entonces estarán conmigo en que la lesión a la intimidad y a la libre
expresión no son moneda de cambio para alcanzar más seguridad ni
eficacia. Y llegarán a la conclusión, como tantos ciudadanos hemos
hecho, de que la LSSI se hizo con la excusa del comercio electrónico e
invade terrenos de los derechos civiles y políticos para mermarlos y
dañarlos. Aunque la película de Spielberg está ambientada en 2054 no se
descuiden, como el poli Tom Cruise, el próximo perseguido puede ser
usted.