GARA – El PSOE dijo no al acuerdo político tras comprometerse ETA a desmantelar sus estructuras militares como consecuencia del proceso

Sigue Gara relatando los encuentros entre ETA y el Gobierno. Este artículo, por lo farragoso de su redacción, diría que lo ha escrito un etarra, porque destila ese estilo retorcido de lo revolucionario, tan retorcido como ajeno a la realidad.

Bien, titulo el pecado original porque estas nuevas revelaciones de Gara hablan sobre el pecado original del proceso con ETA que emprendió Zapatero: dar carta de naturaleza a las pretensiones políticas de ETA admitiendo un conflicto, mezclar la negociación del fin del terrorismo con la negociación política, aceptando lo que ETA propuso: dos mesas paralelas.
Ya al inicio del proceso, las mentes más claras del PNV avisaron de lo tremendo que era cambiar cese de violencia por cesiones políticas, pero el iluminado que tenemos en La Moncloa se creía que había inventado la pólvora y ahí siguió, con su fórmula 44 para la tos, el terrorismo y las ansias infinitas de paz.

¿Y qué tenemos? Que si ETA condicionó el fin del terrorismo a cesiones políticas, llegó un momento en que el proceso tenía que meterse en las piedras sí o sí: o hay unidad con Navarra o se acaba el proceso. O hay referendum o se acaba el proceso.

La opinión pública, para Zapatero, son convidados de piedra, pero en estos procesos largos hay unas molestas circunstancias que se llaman elecciones. Y ahí la gente va y opina con su papeleta.

De modo que o le falló el cálculo de los tiempos o el jugar de farol desde el principio ha sido una desesperada apuesta por conseguir algo en esta legislatura.

De todas formas, mientras tanto, hemos tenido al Gobierno español dilapidando lo que tanto había costado conseguir: admitir las reivindicaciones «políticas» de una banda asesina, darles crédito internacional, crear expectativas en un grupo violento, involucrar al Congreso en una negociación política con los etarras, involucrar al parlamento Europeo y dar a la banda las alas que ya no tenía: REPRESENTANTES DEL PUEBLO VASCO EN UNA MESA POLÍTICA, el colmo del sinsentido.