Esta mañana, en la tertulia de FJL, Luis Herrero le pidió que rompiera la coartada de Gallardón e invitara al político a La Mañana. Tuvo lugar un diálogo muy interesante y suscribo especialmente una frase de Luis Herrero: «Gallardón se merece lo justo». O sea, que nadie se lleve a equívoco: no se trata de defender a Gallardón, que está por ver si lo vale, sino de ponerse en el lugar de los principios: ¿se puede decir de alguien que no le importan los muertos del 11-M? Pues no se sabe, que diluciden los tribunales y ya leeremos la sentencia, si está bien fundamentada o no.

Mi intención en este caso es y era que las ofensas gratuitas se retiren del discurso público, porque eso es una ofensa gratuita.

¿Deduce alguien que mi intención es que se moderen las críticas a Gallardón? Pues se equivoca, por muchos motivos Alberto Ruíz Gallardón me parece un personaje peligroso de la política: por su ausencia de principios claros, por su afán de seguir la corriente políticamente correcta, por su falta de lealtad humana a las personas de su partido, porque su padre le dio un gran ejemplo que él se empeña en destrozar. Y esto último no es ornamental: hay personas que no han tenido una formación moral en su infancia y juventud y quizá no tengan una responsabilidad plena sobre sus decisiones, pero en este caso no es así.

En la tertulia de esta mañana se comentaba que muchas voces de la derecha piden que no se desuna desde la Cope. Que me perdonen, pero eso es no entender lo que es un medio de comunicación. Una de las desgracias de la Transición española ha sido el ambiente de compadreo en que han transcurrido y transcurren las relaciones entre políticos y periodistas. Imaginemos que los jueces tuvieran por norma salir de copas con los justiciables: habría inmediatamente una impugnación del juez.

Pues en el caso de los periodistas y los medios es igual, ¿desde cuándo tiene que estar un medio de comunicación preocupado porque sus informaciones vayan en detrimento de tal o cual partido? No se sabe ya quién es el que manda y el que obedece: a veces da la sensación de que es Polanco el que decide en el PSOE, no que el Gobierno presione al medio. ¿Aspiramos a que lo mismo suceda en la derecha? Esa parece ser la opción de Vocento.

Mientras tanto, que FJL se limite a opinar, que no es poco, pero que use el respeto, que no es debilidad.