… pudiendo hacernos micos o monas. Dice hoy en El País un primatólogo, Josep Call, que a los simios no les interesa conversar. Al principio lo leí pensando que Call daba a entender que si no hablan es porque no quieren, pero en esa afirmación hay algo muy interesante: efectivamente eso es lo que nos diferencia, que no tienen ningún interés en intercambiar conocimientos o experiencias y lo único que hacen, lo dice Call, es dar órdenes. Así que lo de llamar gorila rojo a algún dictador no está muy desencaminado.

La entrevista es francamente interesante. Por ejemplo, Call destaca que las diferencias cerebrales no son la clave. Podríamos decir que la diferencia entre simios y personas reside en un ámbito inmaterial, yo daría un paso más y diría que en un ámbito espiritual.

Dice que los niños se diferencian de los simios en que enseguida quieren compartir, no sólo dando órdenes sino mostrando: «mira un coche roto», como decía mi sobrina a propósito de los descapotables. Dice que los simios son sociales pero los humanos somos ultrasociales (me gusta mucho este término) y, ojo al dato, dice: «Si se observa la especie humana, lo que más sorprende es su nivel de cooperación. Algunos biólogos evolutivos dirán que esto no tiene nada que ver con un bien para el grupo, sino con el propio, el gen egoísta. Sin embargo, el gen egoísta no parece poder explicar todos los aspectos de la conducta humana».

No, desde luego no explica casi nada. Muy, muy interesante la entrevista. Todo lo que se puede llegar a decir sobre las personas observando a los pobres simios.