Impostura: Fingimiento o engaño con apariencia de verdad. Eso es lo que me parece el penoso ví­deo de las Juventudes Socialistas (en sus sentidos amplios de las palabras: juventudes -de 30 y más- y socialistas -de lo ajeno).

Digo que me parece impostura porque sólo hace falta asomarse a los sitios web de esas juventudes para ver, en sus galerí­as de fotos, a muchachos -pocas chicas, la verdad- aseados, con polos, camisas de marca -alguno incluso con las iniciales grabadas-, con apariencia de tener una posición desahogada. No es extraño que Lacoste diga que estudia acciones legales por identificarles con la parte ignorante y antidemocrática de España.

Más aún es impostura, si consideramos que su lí­der cósmico corre-levita sin dejar huella con unas caras Nike y que las ministras del Gabinete que veneran hicieron un posado para la revista Vogue, que no se caracteriza por la pobreterí­a de sus modelos. Item más, tenemos una vicepresidenta que no repara en gastos con la ropa y a mí­ me parece muy bien.

Pero la impostura necesita de la exageración y además se sirve de la ofensa, porque si Lacoste se siente ofendida por ese bodrio, ¿cómo hemos de sentirnos los que estamos en contra de la EpC?

Pues personalmente no estoy ofendida, porque el ví­deo más parece un desahogo torpe que un arma de propaganda. Es propio de unos mocosos desocupados que carecen de esos valores que la EpC nos iba a traer: tolerancia, respeto, civismo. Han demostrado, a quien tuviera dudas, que la EpC es la Educación para la Confrontación, que no se trata de enseñar derechos humanos sino de modelar las conciencias en contra del diferente, instaurar un pensamiento único en donde, como en la rebelión en la granja, los que puedan llevar ropa de marca sean los cerdos instalados en la casa solariega.

Los mandamientos, al principio de la rebelión animalesca, eran:

  1. Todo lo que camine en dos piernas es un enemigo.
  2. Todo lo que camine sobre cuatro patas o tenga alas es amigo.
  3. Los animales no deben usar ropa.
  4. Ningún animal debe dormir en una cama.
  5. Ningún animal beberá alcohol.
  6. Ningún animal matará a otro animal.
  7. Todos los animales son iguales.

Y ya sabemos como acabó la cosa: que los cerdos sí­ podían llevar ropa, dormir en camas, matar otros animales y beber alcohol. Y, como epitafio de tanta revolución igualitaria: Todos los animales son iguales, pero unos más iguales que otros.

Tanta hipocresí­a harta.