«Desde un punto de vista diplomático, Zapatero pudo haber acertado o no con su ausencia, pero seguro que muchos ciudadanos le agradecieron tal gesto, con el que quiso reafirmar la laicidad del Estado», dice El País en su editorial de hoy comentando la ausencia del presidente en la Misa celebrada por el Papa en Valencia.

Sobre este tema hay que considerar varias cosas:

Sobre la coherencia de su relación con la Iglesia Católica y su representación política:

Zapatero estuvo en la Misa que Juan Pablo II celebró en Madrid en 2001.

Zapatero estuvo en la Misa funeral de Juan Pablo II.

Luego no hay una línea coherente sobre su relación con la Iglesia, que sería no asistir a ningún acto religioso. Asiste a algunos, cuando estaba en la oposición y cuando estaba gobernando.

Entonces, ¿es simplemente caprichoso? No, es simplemente coherente con su motivación, que no es la religiosa. Zapatero asiste a los actos religiosos, misas y eventos que favorecen su imagen, que no se busque otra razón. Es un político esclavo de su imagen, sin principios éticos ni morales que gobiernen sus actos. La única pauta que mantienen sus decisiones es la de favorecer su imagen ante la sociedad española: gestos, palabras y actos sólo responden a esa motivación.

En esta ocasión le parecía que asistir a la Santa Misa podía suponer un riesgo serio para su imagen. Por ejemplo, los abucheos de la gente presente, por ejemplo, el rechazo de sus socios más radicales, por ejemplo, el rechazo de los colectivos anti católicos. Aunque tienen una representación mínima en la sociedad tienen muchos lazos con los grandes medios de comunicación, véase si no la importancia que Telecinco le dio a una docena de individuos que protestaron por la visita del Papa.

De modo que, aunque El País lo quiera vender como un gesto para reafirmar la laicidad del Estado, en realidad es un gesto de miedo, un alarde cara a la galería, una huida de la realidad y otro acto egoísta más de un político centrado en sus intereses, no en los de la sociedad a la que dice representar.

Por otra parte, yo no le esperaba, señor presidente.