«No existe ley alguna capaz de prohibir los sentimientos, ni de regular las emociones, ni de modificar las convicciones», dijo Carod-Rovira.

¡Más razón que un santo! Lo que no me explico es que pretenda legislar las emociones y los sentimientos. Eso nunca ha sido objeto de las leyes, las leyes regulan derechos.

Pero enfrente tiene a un presidente del Gobierno que es una vara agitada por las emociones, de forma que decirle con gesto compungido que uno tiene el sentimiento de pertenecer a una nación diferente o de exaltarse hablando de las emociones nacionalistas produce en él, el presidente, la enternecedora reacción de confundir los planos y atribuir a los sentimientos la capacidad de generar una identidad y voilá! ¡hágase! Cataluña tiene «identidad nacional». Los sentimientos, las emociones y las convicciones producen la realidad, no al revés. Total, viene a ser como lo del pseudo matrimonio gay: el Parlamento como creador de realidad. Creo que es lo más parecido al totalitarismo relativista.

Actualización:

No había leído el discurso de Mariano Rajoy, con el que coincido plenamente. También a él le llama la atención esta locura de emociones y sentimientos como contenidos de la ley.

… el señor presidente del Gobierno, en el tema que nos ocupa, pues acaba de ofrecernos un discurso cuya argumentación, si lo he entendido bien, se reduce a dos afirmaciones gratuitas y una reflexión sedante.
La primera afirmación gratuita dice: España estará mucho más unida si primero la desunimos. Por lo visto nada une tanto como la separación. La segunda afirmación gratuita sostiene que la fuerza de los sentimientos justifica la
ilegalidad, es decir, haga usted lo que quiera con tal de que le ponga mucha pasión. Y el corolario nos explica que, si no somos dogmáticos inflexibles y hacemos un poco “la vista gorda”, todo puede parecer constitucional.