Visto el despiste de El País -despiste genuino o figurado- me pregunto para qué leer un medio de comunicación que un día te dice lo contrario del siguiente. Anteayer era Paco Vázquez el que nos explicaba la realidad: el Vaticano estaba alarmado y disgustado con los cardenales españoles por su deriva anti PSOE.

P. ¿Ha hablado con el Vaticano?

R. Sí.

P. ¿Cómo ha acogido lo que sucedió en el acto de Madrid?

R. Con sorpresa y disgusto. Nuestras relaciones con el Vaticano son buenas.

P. Usted dice que hay varios sectores en la Iglesia. ¿Cuáles son esos sectores?

R. Sería un error hablar de una Iglesia única. La Iglesia es muy plural, incluso en su jerarquía. Hay dos líneas distintas. Por un lado, la del Papa Benedicto XVI y el Vaticano, la del presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blazquez, o la de los cardenales de Barcelona y Sevilla, que mantienen algunas críticas, pero dentro de los cauces. Los discursos de la mayoría de ellos, en la concentración de Madrid, fueron leídos porque no estuvieron presentes en ella, y se mantuvieron en la corrección. Por otro lado, está la línea que han marcado los cardenales de Madrid, de Valencia y algún seglar de confrontación política con el Gobierno.

Hoy, la realidad es la opuesta. Es el propio Papa Benedicto XVI quien encabeza esta ofensiva en contra del laicismo -dicho en términos Prisa- a favor de la libertad de las conciencias, en términos más justos.

En la plaza de Colón de Madrid se escenificaba así una batalla de la guerra que el Papa se propone librar contra el laicismo galopante de las sociedades modernas. Su determinación no es de ahora. Desde sus años de cardenal y principal consejero de Juan Pablo II, el teólogo alemán Joseph Ratzinger tiene perfectamente identificado al enemigo y está decidido a combatirlo para reconquistar el terreno cedido por la Iglesia en Europa.

El domingo, el Papa defendió ante los fieles congregados en Madrid que la familia «fundada en la unión indisoluble entre un hombre y una mujer, constituye el ámbito privilegiado en el que la vida humana es acogida, desde su inicio, hasta su fin natural». ¿Era su mensaje un mero detalle de cortesía con la cúpula de la Iglesia española tan diligente a la hora de las movilizaciones de masas en defensa de las posiciones vaticanas? Todo apunta a que se trata, por el contrario, de una iniciativa en total sintonía con la Santa Sede, decidida a contraatacar en todos los frentes ideológicos abiertos en uno de sus antiguos feudos.

La entrevista estaba escrita por Luis R. Aizpeolea, el amigo de Zapatero, y el segundo por Lola Galán. Si algo queda claro, es que Paco Vázquez ha querido vender una versión nada verosímil de la Iglesia.

Por si ayuda, diré algo que de obvio es una perogrullada: las personas tienen estilos diferentes, aun estando de acuerdo en las cuestiones de fondo. Que Rouco, Cañizares o García Gasco sean tildados de agresivos con el Gobierno mientras se presenta a Blázquez como blando, es el típico empeño en inventarse facciones en donde no las hay. Pensar que Benedicto XVI es una persona que puede no preocuparse por la actividad y actitud del Gobierno español, es estar en la inopia. El Papa no va a gesticular ni imprimir un tono de voz como el de Juan Pablo II, pero quien piense que no estaban en perfecta sintonía es que se ha caído de un guindo.

Así que si alguien quiere tomar un aperitivo de lo que está pasando realmente en los mares de los valores y corrientes de la sociedad española entre las orillas de la religión y la política, que le eche un ojo al artículo de Álvaro Delgado-Gal: Prelados y políticos