Maite Pagazaurtundúa: «No puede haber «proceso» sin el apoyo de la mitad de los españoles»

—Pero este «proceso» se está sustentando en el no reconocimiento de ese daño político…
—Y hay daño. Éste es un elemento clave si queremos que el fin del terrorismo vaya acompañado de un relato democráticamente coherente. No podemos volver a caer en el árbol y las nueces, en que el mundo del nacionalismo decida que ésta es una buena oportunidad para una manera de acercarse a ver la realidad con más nacionalismo, no después de la persecución de los no nacionalistas, contra los que se ha utilizado durante todo este tiempo el terror político. La asunción de responsabilidad por parte del mundo de Batasuna-ETA no se puede dar espontáneamente y en esto es fundamental el resto del mundo nacionalista. Para eso es esencial la unidad de aquéllos que han sufrido ese daño político, precisamente por no ser nacionalistas, a quienes se les ha querido doblegar para que acatasen el nacionalismo de forma obligatoria. Alguien puede decir que todo esto es retórica, es semántica, algo que tiene que ver con una retórica nacionalista que hay que asumir. Pues precisamente la narración democrática de los hechos es clave para que lo que nos vayamos a encontrar en el futuro no sea injusto.

(…)

—Eso es lo último que ha dicho Rodríguez Zapatero, lo del «gran acuerdo de convivencia».
—El «gran acuerdo de convivencia» tiene que tener en cuenta que puesto que ha habido el asesinato de cientos de personas, no puede darse el cese, no puede darse el fin a cambio de un precio político. Y puesto que esto es así tenemos que pensar en la justicia y en no caer jamás en la impunidad. Y esto significa el reconocimiento del daño personal a las víctimas y del daño político a esos partidos que no han podido trabajar en igualdad de condiciones. Eso significa que los nacionalistas asuman que no se puede jugar más al árbol y las nueces. Entonces sí tendremos un gran acuerdo de convivencia. Pero si no, nos podríamos plantear que si los nacionalistas no hacen una autocrítica acerca de su propio papel frente a ese fenómeno de persecución a sus adversarios políticos nos podríamos volver a encontrar en una reedición de y «ahora más Estatuto». No estamos en Irlanda, donde la autonomía está por construir, sino que nosotros hemos llegado prácticamente al techo del autogobierno y, por otra parte, el mundo de Batasuna tampoco parece dispuesto a aceptar un pacto autonómico. Por tanto, los grandes nudos gordianos están en todo esto. ¿A qué denominamos un gran acuerdo de convivencia? Los nacionalistas vascos tienen que hacer ese trabajo de reconocer ese daño político a sus adversarios y, por tanto, de no sacar provecho nacionalista de esta situación.

En este momento viene bien recordar el artículo escrito por Daniel Innerarity, miembro de la Mesa Nacional del PNV, cuando comenzó la tregua indefinida de ETA.