No aconsejable para niños ni adultos sensibles, a pesar de haber sido emitidas en horario infantil en TV3.

Por motivos que desconozco, hay muchos blogs que hablan del asunto Rubianes y no ponen un enlace para que se puedan oír las desafortunadas palabras e insultos que originan el problema. Rubianes se manifiesta claramente y groseramente en contra de la unidad de España y en contra de los que la defienden.

Bien. Resulta que luego dice que hablaba en contra de la España que mató a Lorca pero en sus palabras cualquiera se da cuenta de que habla en presente, no de los que ya han muerto, y no menciona en absoluto el pasado, ni a Lorca. Lo mismo podía haber dicho que eran palabras en contra de los suevos o los visigodos. Supongo que fue el consejo «experto» de algún asesor de relaciones públicas que le animó a sacar provecho a su falta de educación y a su crueldad mental: ya que has metido la pata a ver si le sacamos provecho para tu obra de teatro sobre Lorca.

Lo que ocurre es que las disculpas y rectificaciones o son sinceras o producen aún más escozor y esta presunta rectificación de Rubianes no mostraba ningún tipo de respeto por los españoles que no piensan como él sino un complejo de superioridad hiriente y un ánimo bstante violento. La «rectificación» sonaba así:

Dada la tergiversación malintencionada que se está dando a comentarios míos, una de las acusaciones más señaladas es la de que «he insultado a España y a su unidad» y por eso quiero puntualizar que a la España a la que me refería y refiero es a esa España negra, cavernícola, reaccionaria, casposa y fascista que ha encontrado como divertimento agredir a Catalunya desde todos los frentes por el motivo que sea y que ahora hincha pecho usando de la democracia –que en verdad les importa una higa–, para agredir y vilipendiar al pueblo catalán y su Estatut (Estatut votado por el 90% de los representantes de los catalanes, que no lo olviden). Con esa no quiero ir a ningún lado ni unido ni separado. Jamás me he querido referir a la España demócrata real que, por supuesto, me merece todo el respeto y admiración y con la que me siento identificado, y defiendo con ellos, ¡cómo no!, «la unidad» de una España de futuro y progresista. Por eso pido disculpas sinceras si algún español demócrata se siente herido por mis declaraciones. No era esa mi intención, palabra. Hago extensibles también mis disculpas al pueblo de Extremadura, al que me acusan de insultar, dado que mis comentarios arrancaban de una declaraciones de Rodríguez Ibarra donde dijo que «los catalanes se metieran el Estatut donde les quepa», ¿recuerdan? (Estatut, le guste o no, votado por el 90% de los diputados catalanes). Mi intención fue responderle que esa España agresiva con Catalunya se la metiera también donde a él le cupiera, pero dicho con lenguaje más fuerte. Y, de pasada, le recordaba que, por desgracia, parte del pueblo extremeño, como el mío –el gallego– y el de otras comunidades, nos habíamos visto castigados por la terrible lacra de la emigración y que en Catalunya habíamos encontrado oportunidades para nuestras vidas y hacerla grande y avanzada, y que eso merecía un respeto para el pueblo de acogida (de ahí lo del «perro que nunca muerde la mano»). Nunca pasó por mi cabeza agredir a esa noble comunidad como desean hacer creer. Nada más. Exculpo a Albert Om, conductor del programa, y a los responsables de TV-3 de unas declaraciones de las que yo me hago responsable y las que intento puntualizar para que queden, visto el ambiente, lo más claro posible.

A mí no me suenan a disculpa. En todo caso, es conveniente apuntar que sus groseras palabras venían motivadas por las groseras palabras de un político del PSOE. Lo digo para que cada palo aguante su vela y se vea que, en muchas ocasiones, esas dos españas en realidad es, por una parte la de los energúmenos y por la otra la de los que vemos como nos meten en unos fregados que no hemos ocasionado.

Entonces, resulta que Pepe Rubianes tiene una obra de Teatro que, paradojas de la vida, pretende interpretar en el Teatro Español de Madrid.

Hay campañas en contra promovidas por grupos de diferentes signos ideológicos para que no se permita que con dinero público este hombre tenga su espectáculo en Madrid. Entiendo la reacción de la gente, ofendida, y que tienen derecho a opinar en qué se gasta el dinero público. Ahora bien, la obra de teatro no va sobre Rubianes ni es ofensiva para nadie. Es el actor, en su patética vida social, el que es ofensivo.

En una maniobra poco clara, se anuncia que no habrá representación de la obra interpretada por Rubianes. El alcalde de Madrid lo anuncia, adelantándose cronológicamente al anuncio de Rubianes. No sé si es que Gallardón, ante las próximas elecciones, quiere congraciarse con sus votantes más de derechas o es que se descuidó. Me extraña que se descuidara.

Luego, demostrando que está a la altura de sus palabras en TV3, Rubianes procura ensuciar más el panorama. En vez de admitir que ha decidido él suspender la representación, se va a la Ser a acusar a Gallardón y al PP de censura. Evidentemente eso se aprovecha desde las trincheras de la izquierda.

Hoy, en una entrevista defensiva desde El País, Gallardón cuida a la otra parte de su electorado. Y El País le da ese púlpito para hacerlo.