Si la sobrevivencia dependía en el pasado de estar vinculado a una familia, se comprende que el matrimonio se hubiese declarado indisoluble por mandato divino. Sólo los muy ricos y poderosos podían permitirse el lujo de anularlo. En cambio, si la familia ha dejado de ser una imposición económica y se constituye por el libre consentimiento de los contrayentes, podrá disolverse cuando éste falte. El divorcio es así consustancial con la familia nuclear moderna, basada en la libertad. Al Estado incumbe únicamente regular las secuelas económicas y las que se deriven de la educación de los hijos.

Esto es lo que se llama pedalear en el vacío. ¿Es posible que todo un catedrático de Sociología ignore el hecho de que el divorcio existía en todo el mundo antiguo (Roma, Grecia, cultura judía, …)?

No he podido evitar acordarme de les Luthiers y sus diálogos del mayor explicándole al niño cosas como la muerte de las polillas gracias al Polil o que las gallinitas no hablan.

Bueno, pues este es el tipo de «argumentos» que utiliza Ignacio Sotelo para decirnos que el matrimonio homosexual es el corolario necesario para una sociedad capitalista en la que la familia es simplemente una sociedad de ayuda mutua, temporal y sentimental.

Lo que no entiendo es que hace un marxista convencido defendiendo la familia capitalista…