Todos los socialistas tenemos la obligación de echar una mano para intentar apagar el incendio mas, para ello, no podemos seguir a las órdenes de los pirómanos.

Joaquín Leguina en La Gaceta de los Negocios sobre el descalabro socialista en Madrid.

Como no os rebeléis, no vais a conseguir más que apagar las llamas a base de lágrimas. Si la gente con sentido común del PSOE no habla -como hacen Leguina, Rosa Díez y Gotzone Mora- tendréis Zapatero y Blanco por mucho tiempo.

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El bombero pirómano
Joaquín Leguina

A raíz de las elecciones del pasado 27 de mayo y a la vista de los resultados en Madrid, el número dos del PSOE, José Blanco López, ha dicho que “aunque resulte impopular, vamos a ir —sin prisa, pero sin pausa— a la raíz de los problemas del Partido en Madrid” que, según él, “son viejos y estructurales”.

Se veía venir. La culpa de la derrota del PSOE en Madrid la vamos a tener los de la “vieja guardia”, los creadores de esos “problemas estructurales”… que ganaban las elecciones —añado yo—.

Pero desde entonces han pasado algunas cosas. Por ejemplo, que en junio de 2003 dos diputados —-de los que le dieron la victoria a Rodríguez Zapatero frente José Bono— fueron colocados en la lista electoral para la Asamblea de Madrid por José Blanco, y dieron la espantada, robándole la Presidencia a Rafael Simancas. También ha ocurrido que en lugar de celebrar unas elecciones internas (primarias) para cubrir el puesto de candidato a la Alcaldía de Madrid, Rodríguez Zapatero impuso como candidato, por segunda vez, a un amigo personal suyo. También ha ocurrido que Rafael Simancas —quien no parece dispuesto a ir solo ni a comprar el periódico— ha puesto a la FSM de alfombra para que sobre ella caminara a sus anchas la Ejecutiva Federal… y ya se sabe, cuando uno se pone de alfombra lo pisan. Ítem más: los programas y las listas electorales en la capital y en la comunidad en estas elecciones de 2007 no tienen mácula, es decir, no hay el menor asomo de disidencia en ellos. Con estos métodos de trabajo y de selección —tan antidemocráticos como ineficientes— y un discurso nacional, el de la España plural, compuesto a medias por el Estatuto de Cataluña y el Proceso de Paz en Euskadi, a lo que se añade una política de alianzas en consonancia con esa España plural (por ejemplo en Cataluña o en Galicia)…, todo ello —¿tengo que decirlo?— no les gusta un pelo a los madrileños (incluidos los socialistas), pues estamos ante una España plural con la que no comulgan los habitantes de la más plural de las españas que es Madrid.

Todos los socialistas tenemos la obligación de echar una mano para intentar apagar el incendio mas, para ello, no podemos seguir a las órdenes de los pirómanos.