En la vigilia con el Papa en Valencia, el actor italiano Lino Banfi, explicó que cuando a él le dicen que es el «abuelo de Italia», responde diciendo que «entonces, el Papa es el abuelo del mundo».
En su discurso, el Papa dijo que quería dedicar un pasaje particular del mismo a los abuelos «tan importantes en las familias» e improvisando, añadió, «y yo soy el abuelo del mundo, hemos escuchado».
Benedicto XVI sigue fiel a su estilo, el de un hombre reflexivo que exige de los demás el tener, al menos, el interés por pensar. Los dos discursos proclamados ante la multitud no fueron arengas ni mítines ni sermones admonitorios. No hay sentencias lapidarias que llevarse al titular ni amenazas apocalípticas.
Los dos textos (que se pueden leer aquí y aquí) son una explicación de lo que la Iglesia entiende que es el plan de Dios para el ser humano y cómo el plan diseñado por Dios -que nazca, crezca y se eduque en una familia- es insustituible. Nadie puede sustituir a la familia en ese plan, que será una sustitución no adecuada para los niños, ni para los cónyuges ni para los abuelos ¡tan mencionados por Benedicto XVI!
Como resulta que la realidad es lo que es, me atrevo a decir que el Papa simplemente ha querido hablar de lo que es corriente y habitual en nuestro entorno, para que sepamos valorarlo y darnos cuenta de que eso, una familia fundada en el amor de un hombre y una mujer, no es un modelo antropológico más, superado por la tecnología o la ideología, sino el ÚNICO posible y adecuado para la dignidad humana.
En aquella multitud que me rodeaba había gentes de todo estilo y condición: hombres y mujeres tatuados, en chanclas, con estilos de peinado transgresores o clásicos, con ropas deportivas o serias, con cultura y sin ella; pero al fin y al cabo personas que aplaudían cuando oían hablar del amor entre hombre y mujer, del deber y derecho de los padres a educar a sus hijos, de la necesidad de acompañar a los abuelos hasta su paso a la eternidad.
Es decir, personas corrientes y molientes que son las que sacan adelante a una sociedad, las que se mantienen fieles a sus compromisos, las que aceptan con madurez la realidad sin querer imponer su capricho a los demás. Pero de eso, de la realidad y la apertura de la mente a ella habla mejor JJG Noblejas en este post: