At Mecca Meeting, Cartoon Outrage Crystallized
En el New York Times relatan cómo se desenvolvió la historia de las revueltas contra las caricaturas. Un grupo de musulmanes daneses fueron subiendo el nivel de protesta. Primero recogiendo firmas entre los musulmanes daneses, algo que no les sirvió de nada, luego acudiendo al gobierno danés y al periódico que publicó las caricaturas, Jyllands-Posten, que tampoco respondió, después acudiendo a los embajadores de los países musulmanes en Dinamarca. Hicieron un dossier de 43 páginas entre las cuales incluyeron tres caricaturas que no habían sido publicadas en el diario danés pero que alguien había enviado por correo a los musulmanes en respuesta a su protesta por las caricaturas primeras. Ahmed Akkari, el líder de estas protestas, dice que en el dossier dejaron bien claro el origen de esas tres nuevas caricaturas, mostrándolas como ejemplo de la respuesta que habían obtenido por su protesta.
En diciembre fueron a El Cairo, a reunirse con el gran mufti y personalidades políticas de primer nivel. También se reunieron con algunos periodistas y Akkari reconoce que hubo malentendidos. Akkari les comentó que un partido de ultraderecha danés había propuesto eliminar del Corán 200 versos que se consideran que incitan a la violencia. Los periódicos egipcios publicaron que Dinamarca planeaba publicar una versión mutilada del Corán, como si fuera algo que fuera a suceder inmediatamente y no una propuesta.
El dossier llegó a la reunión de la Organización de la Conferencia Islámica en La Meca, donde se reunieron los líderes de 57 países islámicos en diciembre, de las manos del ministro de Exteriores egipcio. El New York Times dice que ese fue el foro donde cristalizó la protesta. Con el apoyo de los gobiernos -en esos países no se mueve nada sin el apoyo del gobierno- los medios de Siria e Irán hicieron una fuerte campaña en contra de las caricaturas.
Según el NYTimes, se les fue la mano. Los gobiernos pretendían que hubiera ira en contra de occidente pero no que se llegara a los extremos de quemar embajadas. Para esos gobiernos corruptos y despóticos era una ocasión para desprestigiar la democracia occidental, para decirle a sus pueblos si esa era la democracia que querían.
Akkari siguió con su viaje, a El Líbano con más reuniones con autoridades religiosas, entrevista en la televisión de Hezbolá por satélite, que se ve en todo Oriente Medio.
La cosa subió de nivel cuando la Organización Científica, Cultural y Educativa Islámica, que reúne a representantes de 50 países, pidió el boicot a los productos daneses. Eso fue a finales de diciembre, o sea, Navidades.
En enero, un periódico noruego republicó las caricaturas en apoyo del diario danés. El 26 de enero, Arabia Saudí llama a consultas al embajador danés. Los líderes religiosos saudíes piden el boicot a los productos daneses y en pocos días se eliminan de las estanterías de las tiendas del país. Algunas personas consultadas por el NYTimes dicen que las autoridades saudíes lo hicieron por impedir la subida en popularidad de los islamistas. En Siria pasó algo similar: las elecciones palestinas que había ganado Hamas estaban elevando el nivel de apoyo a los islamistas en todo Oriente Medio.
Es curioso lo que dice un imán de El Líbano: «For me, honestly, this didn’t seem so important,» Sheik Abu Zaid said, comparing the drawings to those made of Jesus in Christian countries. «I thought, I know that this is something typical in such countries.»
No le dio más importancia porque sabe que lo hacen también con Jesús, pero luego oyó que representantes de países árabes querían haber hablado con el gobierno danés sobre el tema y no les habían hecho ni caso. «Empezamos a pensar que su sentido de la libertad nos hacía daño». Así que decidió ir a la protesta que se organizaba ante la embajada danesa en Beirut y vio como se prendía fuego al edificio: «el 99 por ciento de los que estábamos allí estábamos protestando pacíficamente, sólo unos pocos fueron violentos».
Es evidente que las protestas fueron manipuladas, lo dije desde el primer momento, pero creo que con este episodio la lección aprendida por los musulmanes ofendidos ha sido errónea: si no protestas violentamente, no te hacen caso. Y esa lección errónea ha sido culpa, en diferente medida, de muchos actores a lo largo del proceso.
Si el Jyllands-Posten hubiera sido desde el principio receptivo con la comunidad musulmana danesa, esto no hubiera trascendido el límite de esa nación. Al final, el editor del diario danés está horrorizado de lo que ha pasado, pero si hubiera detectado ese malestar cuando no se había convertido en reacción violenta, se hubiera impedido todo este follón entreverado por oportunistas, políticos y corruptos gobiernos con intereses particulares en el caso.
Si aprendiéramos la lección correcta, esto tendría algo de bueno. No se puede desdeñar las creencias de los demás y ofenderlas sólo porque no hay una reacción violenta. No se puede estar molestando por el sólo afán de ridiculizar sin atender a la reacción del público. Si no lo hacemos, es casi imposible que no haya quien aproveche el malestar para sus propios fines. Y acabaremos todos lamentándonos de no haber reaccionado cuando sólo había una chispa, no un fuego.