Una tarde especial – ELPAIS.es – Opinión

Antes de comentar este «humilde» editorial de El País, me gustaría señalar lo siguiente:

El lobby gay se planteó este día del orgullo gay como una revancha frente al 18 de junio, cuando el Foro Español de la Familia encabezó la protesta de cientos de miles de ciudadanos. Ayer parece ser que la asistencia al festejo gay fue más bien escasa. Este dato, unido a que el lobby gay había puesto toda la carne en el asador, demuestra hasta qué punto estamos hablando de una política dominada por la minoría para molestar a la mayoría.

Ayer se volcó la farándula, con la pobre María Jiménez y los presentadores de programas de TeleCinco a la cabeza. Se volcaron los partidos de izquierda neoprogres, con Trini Jiménez, Llamazares, Zerolo e incluso una caravana del PSOE decorada para el evento.

Durante la semana, Hoy por Hoy de Iñaki Gabilondo dedicó todos los días unos minutos a promocionar el día del Orgullo Gay. TeleCinco, El Mundo y la práctica totalidad de los medios de comunicación fueron calentando el ambiente.

Han contado con subvención pública del Ayuntamiento de Madrid para la realización del evento y, no sabemos por qué clase de privilegio, los bomberos de Madrid les regaron durante el trayecto, servicio con el que la manifestación del 18 de junio no pudo contar.

Pues así y todo, la Policía Nacional ha dicho que los asistentes fueron 97.000 y ellos que dos millones.

No hay fotos aéreas del evento, no hay posibilidad de saber qué cifra es la adecuada aunque esa misma ausencia denota que habrá poco que mostrar.

Lo que sí se puede afirmar ya a estas horas es el carácter reaccionario de la marcha. Cuando un colectivo va a remolque y no propone sino que reacciona ante otro, podemos decir que demuestra su declive. Las pancartas, los mensajes no eran en ningún caso propuestas positivas de acción sino tan sólo reacción en contra de la Iglesia, de los católicos, del Foro Español de la Familia, del PP, de todo el que no piensa como ellos. El tono fue insultante, los disfraces y burlas a los católicos, constantes. ¿Tomó nota el señor Conde Pumpido por si esos mensajes pueden significar una vejación  e incitación al odio?

Del editorial de El País me gustaría entresacar el núcleo del mensaje que se ha querido transmitir a la sociedad y que es el que late en los comentarios que se ponen en este weblog también, por parte de las personas que están a favor del pseudomatrimonio gay:

«Miles de personas decidieron bajar a la calle y sumarse al júbilo de una minoría discriminada y perseguida hasta ahora, que reivindica los mismos derechos civiles que el conjunto de la población. «Avanzamos» fue el eslogan de la pancarta que abría el cortejo, en el que estaban la ministra de Cultura, Carmen Calvo, y dirigentes del PSOE e Izquierda Unida. Esa palabra refleja de algún modo la realidad de un país que, a punto de celebrar sus 30 años de democracia, ha hecho en poco tiempo increíbles progresos en lo que respecta a derechos civiles».

Se intenta instalar en la imaginación pública una situación real a la que se le da una «solución» en la que va implícito un salto conceptual ilógico. A saber: las personas con inclinaciones homosexuales sí han sido rechazadas y siguen siendo rechazadas en muchos ambientes. Ambientes de derechas, de izquierdas, creyentes, no creyentes… depende, más bien, del valor que se le dé a la persona. Si no se le da valor a la dignidad personal, se discriminará a los homosexuales, a los católicos, a todo aquel que sea diferente en cada circunstancia.

Pues bien, El País y el resto de la neoprogresía hacen un falso silogismo cuando, acto seguido dicen: por lo tanto, facilitarles que puedan casarse «entre ellos» es la eliminación de una discriminación. Pues no, no tiene absolutamente nada que ver.

Es como si mantengo que es una discriminación impedir las bodas entre hermanos, ¿es que no somos todos iguales para casarnos? Pues no, no lo somos. De hecho, para poder casarse hay que estar previamente soltero, hay que casarse sólo con una o uno y además no puede ser familia de primer grado el otro contrayente. ¿Se considera todo esto una discriminación? Es decir, ¿se considera que las personas unidas por un parentesco están secularmente discriminadas, oprimidas, por no poder casarse entre ellas? Hasta ahora no, pero a partir de ahora habrá que hacerlo. El matrimonio, al contrario de lo que dijo Zapatero y lo que intenta hacernos creer Zapatero, no es una institución para proteger legalmente que uno ejercite sus preferencias sexuales. Si fuera así, habría que legalizar ya, inmediatamente, la poligamia, la poliandria, el incesto y la simple comuna bisexual, porque los gustos son variados. Por eso, la institución del pseudomatrimonio gay lo único que ha hecho es desvirtuar el matrimonio, corromper su esencia y difuminar su sentido.

Si la doctrina Zapatero sobre el matrimonio va adelante, me temo que pronto habrá una catarata de reivindicaciones en ese sentido, todas ellas, por supuesto, en igualdad de condiciones que el pseudomatrimonio gay, es decir, adopción incluida. No hay derecho a que dos hombres puedan casarse y no se puedan casar tres.

Se va a encontrar, me temo, con la horma de su zapato.