Todos los partidarios del adoctrinamiento estatal tienen la costumbre de desviar el foco. En vez de decir claramente que su propósito es sustituir a los padres en su derecho y obligación a educar a sus hijos, ponen como pimpampum a la jerarquía católica, que es más cómoda de vapulear. Carga contra la jerarquía porque sabe que no puede cargar contra sus verdaderos enemigos: los padres, los ciudadanos, los que pagan hasta su sueldo.

Como la verdad no les sirve para justificar sus ideas, se inventan situaciones, para eso son especialistas en «construir» verdades. Así es conveniente hacer creer a la gente que la exigencia de una educación libre con los valores de los padres y no del Estado, es una excentricidad española. Nosotros sabemos que Peces miente.

Gregorio Peces Barba, el ínclito rector, nos ilumina desde El País sobre su interpretación del derecho a la educación contenido en la Constitución española:

En esa línea, la Constitución de 1978 establece el derecho a la educación, pero permite la enseñanza privada e incluso la puede subvencionar si cumple el objetivo general de la educación, señalado en el artículo 27.2: «La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales».

Ese «pero» ¿qué quiere decir? Ese «permite» ¿qué quiere decir? No sé, el párrafo parece sugerir que estamos hablando de la Constitución soviética o algo así. ¿Cómo va una Constitución a establecer un derecho (cuyo sujeto son los padres) con un «pero» y un «permite» a la educación privada? ¿Cómo se puede ser tan majadero? Sería como decir: la Constitución española reconoce el derecho a la vida pero permite que los niños nazcan. Como no le interesa que se conozca la verdad, omite el artículo en el que se reconoce el derecho a la educación en nuestra Constitución y se salta lo que hay antes y lo que viene después de lo que él cita, porque le molesta:

Artículo 27

1. Todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.
3. Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.

4. La enseñanza básica es obligatoria y gratuita.
5. Los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación, mediante una programación general de la enseñanza, con participación efectiva de todos los sectores afectados y la creación de centros docentes.
6. Se reconoce a las personas físicas y jurídicas la libertad de creación de centros docentes, dentro del respeto a los principios constitucionales.
7. Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca.
8. Los poderes públicos inspeccionarán y homologarán el sistema educativo para garantizar el cumplimiento de las leyes.
9. Los poderes públicos ayudarán a los centros docentes que reúnan los requisitos que la ley establezca.
10. Se reconoce la autonomía de las Universidades, en los términos que la ley establezca.

Lo peor es que todo el artículo es para justificarnos la intervención estatal en el adoctrinamiento infantil a través de la Educación para la ciudadanía. Peces, que susurra en el oído de nuestro presidente, sostiene que el Estado tiene la obligación y el derecho de dictar a la sociedad sus valores, a educar a los niños en ellos.

El artículo pone los pelos de punta desde el principio al final. Entre un montón de citas sin venir a cuento, de esas que tantos académicos vacuos utilizan para darse la razón, muestra las cartas de este Gobierno con respecto a la educación: NO MENCIONA NI UNA VEZ A LOS PADRES, que claramente serán suplantados por el Estado en la educación de sus hijos.

Especialmente chocante es el arranque, lleno de ese viejo olor clerical de hace siglos, en el que por fin sabemos de dónde se sacó Rodríguez Zapatero aquella simpleza de la libertad que nos hará verdaderos.

La extensión a todos los campos del principio evangélico «la verdad nos hará libres» es el impulso y la justificación intelectual de esas posiciones. Sin embargo, es un error histórico esa extensión a un mundo antropocéntrico y secularizado donde el hombre es el centro y está centrado en el mundo. Quizá, lo cierto es que se ajusta a esas condiciones culturales que arrancan de la Ilustración y que tienen como centro la libertad y aseguran su implantación como el cauce para construir verdades en la ciencia, en la educación, en la cultura y en la política. Es la libertad, pues, la que nos ayuda a ser más verdaderos.

Aparte de lo mal que escribe Gregorio Peces, de que la cita es que «la verdad os hará libres» y que no sé cómo puede hablar de error histórico cuando no cree en una verdad inmutable; aparte de eso, digo, es realmente chistoso que hable de «construir» verdades. Las verdades se descubren, no se construyen.

«Fulanito, en este juicio sobre el caso de asesinato de tu madre, vamos a construir la verdad sobre tu culpabilidad». ¿A que uno se queda tranquilo con esta frase?

Para saber qué es lo que dicen algunos padres, esos que son depositarios del derecho y el deber de educar a sus hijos, aporto unos enlaces:

Los padres eligen
Foro Español de la Familia
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