Estuve viendo por la televisión el funeral por Juan Pablo II. Virgulilla tiene en su sitio una lista de las personalidades asistentes, de una amplitud inédita en ningún acontecimiento anterior.
Pero los más importantes eran los cientos de miles de personas, que fueron nombrados en primer lugar por el celebrante, el cardenal Ratzinger, en su homilía. Los millones de personas que asistíamos espiritualmente a través de la radio y la televisión, los millones que asistían en la misma Roma desde el Coliseo, la piazza del Popolo o … Los cientos de miles que en distintas zonas como Trafalgar Square, Notre Dame de Paris o en diversos puntos de Polonia se unieron a la celebración tomando las calles.
Pues esos cientos de miles que estaban en la Plaza de San Pedro y que creo que nos representan a todos, al terminarse la Misa, alzaron pancartas en las que se leía: Santo subito: santo pronto. Y alzaron sus voces gritando durante varios minutos y aplaudiendo: «santo, santo».
Es un clamor que escuchaban los cardenales y las autoridades y es un clamor del pueblo fiel, vox populi, vox Dei dice el aforismo.
Tras finalizar la Misa se celebró un ritual de exequias de los ritos orientales católicos, con cantos en griego. Uno de ellos decía: «serás recordado eternamente».
En cuanto tenga la homilía del Cardenal Ratzinger la enlazaré.