Pongo aquà el enlace al Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados con la intervención completa de José Luis RodrÃguez Zapatero (PDF) sobre la huelga de hambre de los presos de ETA en 1990.
No sé qué es lo más alucinante: si la argumentación para defender que el Gobierno de Felipe González no cediera al chantaje terrorista o la condena que realiza del suicidio. Lo digo porque es el mismo polÃtico que coquetea con legalizar la eutanasia.
En aquel momento el debate era si se podÃa alimentar a la fuerza a alguien que querÃa matarse por huelga de hambre. No se debatÃa, como ahora, que un Gobierno excarcele a un terrorista por ponerse en huelga de hambre. Lo que pedÃan los presos del Grapo e intentaban conseguir, fijaos en la diferencia, es que se acabara con la polÃtica de dispersión, no que se les enviara a su casa.
A continuación, las palabras de Zapatero en 1990. Las negritas son mÃas:
De otro lado, el Grupo Socialista no puede eludir abordar la difÃcil situación promovida por la huelga de hambre de los GRAPO. Entendemos que los silencios a veces no contribuyen a la lucha diaria por la consolidación del Estado de Derecho, a no ser que esos silencios supongan tácitamente un apoyo a la polÃtica que en este área y en esta difÃcil coyuntura ha realizado el Gobierno de la nación.
El Grupo Socialista comparte la firme decisión del Gobierno ante un método de ataque al sistema democrático como es la huelga de hambre colectiva de los reclusos cuyo fin único es desatender lo que es, a nuestro juicio, la vÃa más acertada para una polÃtica de reinserción dentro del sistema penitenciario. Ese intento justifica que en el terreno polÃtico la posición del Gobierno sea firme.
Además, creemos que es acertada la posición del Gobierno y de la Dirección General de intentar evitar la muerte de estos reclusos que voluntariamente adoptan la posición de huelga de hambre. Lo es, en primer lugar (es una perspectiva que se nos olvida y que no ha sido reflejada en este debate), desde una posición humanitaria. Lo serÃa el hacer todo lo posible desde un poder público democrático, dentro de la legalidad, para evitar el mayor mal que se puede producir a la vida de un ciudadano. Lo es también, en segundo término, desde el punto de vista jurÃdico.
Manifestamos nuestra satisfacción porque dos audiencias provinciales han ratificado o avalado la posición del Gobierno. Creemos – en este extremo ha habido alguna afirmación de alguna de SS. SS. que no es acertada- que no existe un derecho a matarse, que no existe un derecho a suicidarse. No puede ser asà porque los valores y el ordenamiento jurÃdico en su conjunto consideran el suicidio como un acto reprobable desde el punto de vista jurÃdico. Prueba de ello es que la participación en el mismo está penada,
No creemos tampoco que esa posición vulnere -se ha hablado en algún momento de inconstitucionalidad- el artÃculo 10.1 de nuestro ordenamiento jurÃdico ni la libertad de autodeterminación que todo ciudadano tiene en un Estado democrático, ya que en este caso la polÃtica que mantiene el Gobierno intenta evitar un mal mayor. A nuestro juicio, el acontecimiento que más degrada la condición delser humano es, obviamente, la muerte. Todo derecho a la libertad tiene sus lÃmites, también el derecho a disponer de la vida de uno mismo, y esos lÃmites están donde hay conflicto con otros intereses o con otros derechos.
En una situación de estado de necesidad es evidente que existe una obligación en muchos casos y, en otros, un derecho por parte de funcionarios, médicos y de la institución
pública, de evitar esa situación.