Rubén es un escritor nacido en la URSS, un hombre con una discpacidad física que le obliga a ir en silla de ruedas, a escribir en el ordenador con un dedo, nieto del comunista español Ignacio Gallego. Sabía de él pero un reportaje que vi ayer en Documanía me recordó su historia y me dio nuevos datos.
En 1968 su madre ingresó en la clínica del Kremlin -gracias a la influencia del abuelo- para dar a luz a dos mellizos. El equipo médico, parece ser, actuó tan mal que por su causa murió uno de los bebés y el otro, Rubén, nació con graves defectos físicos.
Tras el nacimiento, la madre pudo estar con Rubén pero quedó ingresado en el hospital y después de unos meses, le dijeron que Rubén había muerto.
Lo cierto es que lo dejaron en un orfanato. Estaba materialmente tirado en el suelo, por donde se arrastraba y tenía que luchar hasta para conseguir comida. No le proporcionaron una silla de ruedas. Tras múltiples peripecias, cuando la perestroika aflojó la disciplina del asilo en el que estaba, Rubén logró escapar de la siniestra institución soviética.
¿Por qué toda esta mentira? Parece ser que el fiasco médico no podía darse a conocer, siendo además el caso de un nieto de un republicano español. El prestigio soviético se la jugaba, de modo que les pareció mejor enterrar en vida a Rubén.
Hace pocos años que Rubén logró localizar a su madre, Aurora, que trabaja en Radio Praga. Allí se fue Rubén, a vivir con ella. Y por fin, después de una lucha increible, logró escribir su libro «Blanco sobre negro», encontrar a su madre y tener la nacionalidad española.