Estuve viendo la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Pekín. Ha sido uno de los espectáculos más sobrecogedores que he visto en mi vida. La multitud de actores, el derroche de medios electrónicos, de trajes, de instrumentos musicales, de efectos especiales, de pirotecnia… era impresionante y bastante terrible.
Daba miedo ver a miles de actores con la sonrisa perfecta percutiendo en el instante apropiado su instrumento, o ver a niñas de 5 años, con sonrisa perfecta, sobrevolar la escena o a miles de actores con una larga secuencia de movimientos memorizados que, bajo tipos de imprenta, se movían sin perder el ritmo…
Daba miedo porque era la expresión de un régimen totalitario que ha borrado o intentado borrar de la conciencia de 1.300 millones de personas el concepto de libertad individual.
Un país con una cultura milenaria, China, ha llegado al siglo XXI con la tecnología puntera pero con la conciencia dormida sobre el derecho a la vida, a la libertad, sin una idea sobre el valor de la persona individual y con la represión más férrea de la libertad de las conciencias.
A través de Elentir, me entero de la iniciativa de unos bloggers hispanos que han creado el blog Olímpico desprecio. De ese sitio tomo algunas informaciones:
En marzo, monjes budistas tibetanos organizaron una serie de marchas pacíficas solicitando una mayor autonomía para el Tibet. La policía china las disolvió brutalmente iniciando una espiral de violencia que brevemente pareció poder extenderse por todo el Tibet y las provincias chinas adyacentes. Más de cien personas murieron. El gobierno chino cerró a la prensa las zonas afectadas, expulsó a los periodistas extranjeros presentes llegando incluso a bloquear Youtube en China o a escanear los sms que llegaran o salieran de Tibet. Se orquestó una violenta y brutal campaña internacional de desprestigio contra el Dalai Lama.
Los sacerdotes católicos padre Zhang Jianlin y padre Zhangi, fueron arrestados el pasado mayo y se encuentran actualmente desaparecidos. Nadie conoce su paradero. Su delito: participar en una peregrinación católica al templo de Nuestra Señora de Shehan en Shanghai. La Iglesia Católica permanece proscrita en China y, como denuncia la Fundación Cardenal Kung de los treinta y cinco obispos católicos chinos todos y cada uno de ellos están en prisión, han desapaprecido o están bajo arresto domiciliario o bajo vigilancia. El Obispo de Zhending, Jia, ha pasado 18 de sus 74 años en la carcel.
En su carrera por conseguir medallas superando a los Estados Unidos y estableciendo su preeminencia mundial el Partido Comunista chino no ha dudado en separar a los atletas de sus familias sometiéndoles a entrenamientos inhumanos que ponen en riesgo su salud. El New York Times ha denunciado las insoportables presiones a las que se ven sometidos los favoritos para competir aun estando lesionados o, por poner sólo un ejemplo el enorme porcentaje de saltadores de trampolín con lesiones en la retina por los interminables, agotadores entrenamientos a los que se ven sometidos. Un 24%. Tampoco tiene los deportistas chinos la posibilidad de dejar el deporte si les resulta aburrido o doloroso o si simplemente quieren dedicarse a otra cosa. Wang Jenjun lleva diez años tratando de dejar el remo, en el que es medallista.
Da bastante vergüenza ver que los derechos humanos se pueden pisotear y recibir, no obstante, el aplauso de las élites económicas y políticas del planeta.
18/08/2008 a las 19:17
Todo el mundo tiene derecho a celebrar unos juegos olímpicos, también China. Todas las voces tienen derecho a manifestarse contra el sistema político chino. Los chinos son amigables, respetuosos, pacientes, ambiciosos, comerciantes. Hay mucho mundo que juzgar y muchos jueces peligrosos. Me han gustado estos juegos de Pekín. No se permite hablar de política en la villa olímpica, desde todas sus fronteras. Éstas alcanzadas, se está hablando más que nunca; bien las denuncias. Felicidades a los chinos «soberanos» desde Jiangsu hasta Xining.
20/08/2008 a las 11:21
A mi me parece estupendo y recomendable que los excesos de cualquier Gobierno sean denunciados puntual y públicamente. Eso sí, hay que tener cierta autoridad moral para presentarse en la capital china sermoneando a sus dirigentes. En boca del Presidente norteamericano, semejante actitud parece mofa, antes que apelación a la justicia. Sus «demandas» me suenan como esas otras de ciertos colectivos abertzales, exigiendo que exigen el reagrupamiento de los presos etarras en cárceles vascas.
Saludos.