El País transcribe hoy un diálogo de Zapatero con cuatro ciudadanos españoles. Voy a reproducir algunas de las frases de Zapatero con un comentario mío:

La primera pregunta que estos ciudadanos formulan al presidente del Gobierno está relacionada con sus hijas.

-La mayor tiene cierta inclinación a Ciencias de la Información ya…

(Hace años que no existe Ciencias de la Información. Supongo que su hija no le habrá dicho que tiene inclinación por una carrera inexistente… ¿Le habrá dicho que quiere hacer Periodismo?)

-¿Ha sido muy difícil pasar de ser un ciudadano normal a verse aquí, en este entorno, sin desconectar?

-Para mí no ha sido muy difícil porque yo creo que la clave está en que todos los días pienses que eres un ciudadano normal, en el fondo.

A continuación veremos que él piensa, más bien, que es un ser extraordinario.

-Y por otro lado está la responsabilidad de pasar de ser una persona normal, entre comillas, a decir: de mí dependen un montón de cosas. ¿Eso te deja dormir bien?

-Duermo bastante bien… Suelo tener bastante serenidad. Creo que nadie puede estar en un cargo como el mío si es un manojo de nervios. Es más, yo tengo algún amigo que me ha dicho: «Tú eres presidente del Gobierno porque tienes esa personalidad y esa tranquilidad». Mi mujer me dice: «Pero ¿no te vas a enfadar?». Ahora, si tengo que tomar una decisión que no es fácil… El problema cuando eres presidente es que siempre hay una última decisión que es tuya.

«Tú eres presidente del Gobierno porque tienes esa personalidad y esa tranquilidad». Antes, los vencedores de las guerras se hacían acompañar de alguien que les dijera: recuerda que eres un hombre.

Una de las experiencias que no imaginaba que viviría como presidente del Gobierno es convertirme en ingeniero de obras. Cuando tuvimos el lío del AVE a Barcelona, en el que a una constructora se le hunde un túnel, todo acabó en mi despacho, encima de mi mesa. Aprendí cuáles eran los métodos de sellado de los túneles, qué había fallado… Al final decidí entre dos opciones de dos constructoras diferentes sobre cómo arreglar aquello. El destrozo lo hizo la constructora, pero quien se lleva el tema es el Gobierno; ésta es otra de las cosas: al Gobierno siempre le llega todo. Todo. Aquello sí me llevó muchas horas de desgaste. Fueron dos o tres días en los que tuve que decidir, con dos constructores en mi despacho. Y, bueno, intuitivamente decir: por aquí vamos a hacer esta obra. Y salió bien. Es lo que a veces pasa: tienes todos los técnicos… pero cuando se monta un lío, ni técnicos ni nada.

Alguna experiencia he tenido en la Administración y me cuesta enormemente creer que las cosas sean como las cuenta Zapatero, ¿que él decidió la solución técnica de una obra pasando por encima de ingenieros de caminos? Hay decenas de instancias previas. Otra cosa es el planteamiento victimista: solo ante el peligro. Delirante lo del jetas.

-De la prensa sólo hablaré cuando deje de ser presidente. Mis experiencias son absolutamente… No, si lo entiendo. Si me pusiera del otro lado… Lo entiendo. Noticia tiene que ser algo que llame la atención, que alerte, que alarme… Si no, no es noticia. Eso choca muchas veces con la realidad. Porque la realidad, a veces, es aburrida.

-Pero, por ejemplo, con la campaña de las elecciones europeas, personalmente, como ciudadano, no me he enterado de qué proyectos había para Europa ni del PSOE ni del PP. He visto que era una guerra absurda, con la noticia del Falcon…

-Hubo más fotos del Falcon en la campaña que mías. Yo he hecho unos cuantos mítines y unas cuantas intervenciones y me he hartado de hablar de Europa, pero de eso no ha salido nada. Los mismos que critican que no se hablaba de Europa son los que nunca preguntaban por Europa. Reconozcámoslo, Bruselas no es un tema muy sexy. No lo es. Es algo distante.

Como siempre, esa ambigüedad calculada, la frivolidad del equidistante que entiende todos los puntos de vista pero sólo admite el suyo.

-¿También depende del signo del que sea la prensa, no?

-Sí, pero en épocas de crisis como la que hay ahora, que la prensa sufre mucho la crisis, creo que todos están por encima de cualquier otra cosa con la preocupación de tener más audiencia, vender más periódicos… Es normal, yo haría lo mismo seguramente. Pero, vamos, en general, aquí… los medios de comunicación, en un porcentaje altísimo, yo me atrevería a decir de un 80%, son más bien de tendencia muy moderada.

¿?

-La imagen para la gente de a pie sobre la campaña ha sido que la clase política iba por un lado y los ciudadanos íbamos por otro. ¿Y el proyecto europeo?

-Ése es un discurso facilón. Hay un discurso muy fácil de construir, que es la distancia entre representantes y representados. Vale, es verdad que es un problema de la democracia. Yo, como presidente del Gobierno, ¿cuántas veces pienso cuando estoy escuchando la radio y llama un ciudadano: «Estoy no sé qué, tengo un problema, me he quedado en paro…?». Las ganas que tengo de llamarle y decir… Si le llamo, seguro que le podría arreglar la vida, ¿no? Es muy difícil establecer una relación con 46 millones de ciudadanos. También es verdad que en una campaña siempre hay datos cruzados. Y esos datos lo iluminan todo, se convierten en una especie de fuegos artificiales que no dejan ver.

Definitivamente, delira: «si le llamo, seguro que le podría arreglar la vida». ¿Qué pensaba hacer? ¿Contratarle sin proceso de selección en la Administración? ¿Se piensa que el Estado es suyo?  Simplemente pensad que en vez de Zapatero eso lo dice Aznar. Pedirían que lo internaran en un psiquiátrico.

-Todos hemos sufrido el catacrac.

-Pues sí. Imagínate yo, cuando a partir de octubre las caídas eran en picado. De todo, de consumo, de inversión, de empleo. Los datos eran horrorosos.

Otra vez el victimismo. Los parados, los desahuciados, las empresas cerradas… pues yo mucho peor. El jetas.

-Hice una chuleta, pero la he dejado en casa… Quería hablar de algo que me preocupa: el poder que todavía está teniendo la Iglesia en la sociedad.

-A mí también me preocupa.

-¿No se puede hacer nada?

-Conmigo no están muy contentos, eso te lo puedo asegurar. El Vaticano, siempre que puede, me lanza alguna invectiva. Es verdad que tenemos un modelo constitucional donde dice que España es un Estado aconfesional, que por tanto establece una separación Iglesia-Estado y que tenemos que tener una relación con la Iglesia católica porque tiene una penetración, una fuerza mayoritaria. Eso se mantiene a través de los acuerdos económicos, básicamente. Es verdad que perviven algunas tradiciones, que vamos a hacer la Ley de Libertad Religiosa y a intentar ponerlo en su sitio, pero la Iglesia católica desempeña un papel porque en parte tiene apoyo social. Tienes que respetar esa presencia. Otra cosa es que muchas cosas que dicen a mí no me gusten.

-Hay cosas que dicen que te quedas a cuadros, inmiscuyéndose en terrenos que no son suyos.

-Parece claro que a nosotros no nos han afectado; hemos hecho las leyes que hemos estimado conveniente y se han enfadado con unas más que con otras, pero hemos afirmado la supremacía del poder civil de una manera clara. Es verdad que esto no pasa en ningún país. De los que yo conozco, de Europa, no hay ningún país en el que la Iglesia católica, una parte de la jerarquía, pretenda tener un protagonismo en el debate público ni el condicionamiento de la acción política. No pasa en Francia. Ni en Inglaterra. Ni siquiera en Alemania, donde también hay un cuerpo católico importante y ahora tienen al Papa… Es impensable. Pero aquí hay un peso. Si detrás no hubiera un peso social, ellos no tendrían esa actitud.

-¿Usted cree que hay tanto detrás, o son poquitos y hacen mucha bulla?

-Yo creo que hay menos que antes, pero que siguen teniendo fuerza es evidente. Y además, España, en el imaginario de la Iglesia católica y en el Vaticano, es una de las grandes constructoras del cristianismo y de la Iglesia católica. Ellos lo cuidan. Hay entre un 33% y un 35% que ponen la X en la casilla del IRPF para la Iglesia católica. Es un porcentaje a respetar. Hombre, si fueran un poco más moderados en las tesis que defienden, pues sería mejor.

Esto merece un comentario más largo. Así como se propone callar sobre lo que opina de los medios de comunicación hasta que deje de ser presidente del Gobierno, sobre la Iglesia se despacha extensamente. No me extrañaría que fuera un intento más de crear una guerra con la Iglesia española. Le encanta agitar a la izquierda social y hacerse la víctima del Vaticano y de la Conferencia Episcopal.El jetas.

Hasta este momento no ha mostrado preocupación por nada, pero al jetas le preocupa el poder la Iglesia. Delirium tremens.

La mentalidad totalitaria que hay detrás es impresionante. Le preocupa que la Iglesia tenga poder social. ¿Por qué? ¿Pero no era el jetas un republicano cívico que creía que el Estado debía respetar la diferencia social y el pluralismo? ¿Es que el Estado debe intervenir en las convicciones personales de los ciudadanos?

Argumenta que en otros países la Iglesia no pretende protagonismo público, Dios sabrá qué quiere decir con eso, como si los obispos del resto del mundo fueran mudos. Sí puedo asegurar que no hay ningún dirigente de ningún país democrático que se permita el lujo de criticar las convicciones religiosas de una parte de su población. A eso se le llama intolerancia y adoctrinamiento estatal. ¿Alguien puede imaginar a un presidente diciendo que le preocupa que haya ateos y que quieran tener protagonismo público?

Menudo peligro tiene el jetas.