Beatriz Martínez y yo escribimos este artículo sobre algo que sucedió en abril del año pasado. Salvador Sostres escribió un artículo sobre el asesinato de una mujer a manos de su novio. La reacción en Twitter fue fulminante y Pedro J. Ramírez retiró el artículo del medio online.
Esto es un análisis tanto del artículo de Sostres -realizado por Beatriz- como de la polémica posterior en la red de microblogging, que realicé yo. Ha sido publicado en Estudios sobre el Mensaje Periodístico, publicación de la Universidad Complutense. Pinchando en el enlace está completo.
17/08/2012 a las 00:34
Con toda humildad, no le veo el sentido al asunto.
Me explico. Creo que lo primero de todo a tener en cuenta cuando examinamos cualquier texto, información u opinión hoy día, es que no es retirable. Es decir, no hay límite de espacio, no hay necesidad ni interés en discriminar lo que se publica y lo que no porque, por mucho que ofenda, no hay nada que pueda impedirlo: murió la escasez implícita en el oficio de los contenidos informativos o de cualquier otro. Por eso la censura no existe en internet: basta con colgar el contenido en otro sitio… y sigue. O es replicado por alguien. Por tanto, la cuestión de «retírelo» de tanta gente indignada, no es más que la réplica a un mecanismo mental previo a la sociedad digital y que es, no hay otra palabra, censor: como cuando un juez secuestra una publicación, todo consiste en evitar que la gente decida por sí misma el valor de un artículo. Es un mecanismo donde una élite decide lo que es bueno para mirar y lo bueno para leer, privando, bajo la idea (estúpida) de que debe existir un filtro de publicación que las personas se hagan una idea propia de lo que se ha escrito/dicho. Me recuerda a las reacciones eclesiales a películas como «Yo te saludo, María»: que no se ponga, que ya digo yo que ofende. O las monjas que rezaban en la puerta sin tener criterio para valorar lo que allí se iba a ver porque confeaban no haberla visto. Un adulto tiene derecho a formarse su criterio por sí mismo, impedir que se haga sólo es paternalismo, infantilismo y, claro, censura. Pero para los indignados (igual que la telebasura) se trata de un mecanismo de higiene social… para que se apliquen a todo el mundo sus valores y hacer desaparecer la discrepancia. Se trata de hacer que los demás se adapten a mi gusto e impedirles decidir por sí mismos.
Por tanto, estaríamos ante una estupidez de gente inadaptada a las redes. Todos esos que creen que Twitter empodera a los lectores… Es mentira: Twitter, y mucho más como lo usa Pedro J., devuelve el poder a los periódicos que tuvieron antes de internet: al limitar el espacio a 140 caracteres y hacer creer a la gente que su identidad en red puede ser este mecanismo, da todo el poder a un señor como el Sr. Ramírez para crear una agenda pública… Sólo su diario tiene espacio para la reflexión, la gente no, no le cabe. Pero se creen empoderados porque ahora en vez de mandar cartas al director (que eran a toro pasado, no se podía retirar del papel) le gritan en público. Por tanto, lo de «retirar» un artículo ante la preocupación de los lectores es, simplemente, un gesto absurdo de una turba a la que se da gusto.
Lo segundo que no entiendo son las cuestiones metodológicas y epistemológicas. Sostres es un columnista. Hace opinión. Y, por tanto, está fuera de las reglas de la «verdad» informativa. Si su opinión contraviene cualquier regla, se supone que está separado de «las noticias» donde sí debieran aplicarse. A Unidad Editorial, todo lo más, lo que le queda es no tener en nómina a un señor con el que no está editorialmente de acuerdo, pero poco más.
En definitiva, y perdonad por la manera en que lo digo, el interés científico del caso lo veo más bien en la resistencia al cambio de las formas de comunicación en red provocadas por la combinación de un servicio como twitter con las viejas reglas del mundo elitista e industrial donde se pretendía controlar la agenda pública por un reducido numero de personas, impidiendo otras agendas alternativas. Por tanto, no se lo veo en el hecho de que Pedro J. «retire» un contenido por la presión del público, que no es más, como he dicho, que una turba que ni siquiera son todos los lectores. No creo que cree un escenario de interacción por la existencia de las redes sociales, sino la reproducción de los mecanismos censores de la edad industrial (con su inmoralidad, que era inevitable por la escasez) en un entorno digital… en el que ni siquiera tiene sentido discutir que algo se retire o publique. Sostres puede abrir un blog mañana y decir lo mismo. Lo único que le queda por dilucidar a Ramírez es si lo quiere bajo su marca.