Dice la agencia Zenit:

Libertad y laicidad, dos nociones clave en el pensamiento de Benedicto XVI, se recogen ya en un libro («Libertà e Laicità») que contiene la carta que sobre estos temas envió el Papa al ex presidente del Senado italiano Marcello Pera, así como la respuesta de éste.

En la carta, autógrafa, el Papa recuerda que «será necesario trabajar por una renovación cultural y espiritual de Italia y del continente europeo para que la laicidad no se interprete como hostilidad contra la religión, sino por el contrario, como un compromiso para garantizar a todos, individuos y grupos, en el respeto de las exigencias del bien común, la posibilidad de vivir y manifestar las propias convicciones religiosas».

La carta del Santo Padre está fechada el 11 de octubre de 2005.

Por su parte el [ahora] senador Marcello Pera –que en varias ocasiones se ha declarado públicamente no creyente–, escribe al Papa el 16 de octubre y le dice: «Hacemos nuestra la idea de que el Estado Laico, a diferencia del laicista, ideológico y endurecido por la secularización, no es hostil al sentimiento religioso de los hombres, sino que colabora con él».

Esta noticia de hoy vienen muy bien para enmarcar la cuestión que tratábamos la semana pasada: el Estado como educador de menores por encima de sus padres.

En la idea del neoprogresismo, no hay instancia moral al margen del Estado, siempre y cuando manden ellos. Es decir, un partido de la derecha no puede obligar a estudiar religión -cosa que por otra parte no estaba pasando con el PP- pero un partido neoprogresista puede obligar a estudiar su propia concepción del mundo, como si fuera la única aceptable.

En vez de un Estado neutral efectivamente laico -donde el César se dedica a lo suyo que es asegurar la seguridad y la libertad- nos encontramos con un Estado beligerante que con el dinero de todos se dedica a imponer el pensamiento único y a actuar de Dios.

Nuestra Constitución es bastante clara reconociendo el derecho de los padres a decidir la educación moral y religiosa de sus hijos, pero a las asechanzas más o menos agresivas que en tiempos de González sufrió la enseñanza privada se suma ahora la ideologización de la enseñanza pública.

En este tema, como ya en demasiados otros, no puedo más que mostrarme sorprendida por la tibia reacción de la FERE, la Federación de Religiosos de la Enseñanza. Como siempre, como ya hicieron con la manifestación contra la LOE, parecen más interesados en que no toquen sus conciertos que en defender el derecho a la educación. Al final perderán el santo y la limosna, si no al tiempo.

La solución realmente sería el cheque escolar: los padres serían entonces libres de elegir realmente el centro escolar al que quieren llevar a sus hijos.