Dicen los expertos en terrorismo que lo que buscan los asesinos es el desistimiento de la sociedad, una especie de dejar caer los brazos, musitar un «vale, tú ganas» y dejar que ellos impongan su voluntad.

Pero hay varios tipos de desistimiento. Hay gente que en estas horas ha desistido de la tarea de informar y sólo hace propaganda. Ayer me enteré de los atentados mientras iba en el autobús camino del trabajo,
a las 8:05 AM aproximadamente. Llevaban Hoy por hoy, de forma que en el corto trayecto de 10 minutos fui escuchando a Iñaki Gabilondo, al que no escucho habitualmente porque no me gusta su tendencia ideológica.

Al llegar al trabajo puse La Mañana de la Cope, aunque tampoco me gusta la tendencia ideológica de Federico Jiménez Losantos y en pocos segundos tuve que cambiar el dial, a RNE, pero tampoco
conseguí estar muchos segundos y volví, a mi pesar, a Gabilondo. ¿Qué es lo que me hizo cambiar de emisora tanto? La insoportable sensación de que FJL y RNE estaban dándome instrucciones sobre lo que tenía que
pensar. De que tenía que dejar de pensar inmediatamente en la mera posibilidad de que no fuera ETA la autora de la masacre. Apenas daban información, todo era un atropellarse sobre a ver quién decía la frase de mayor desprecio a Carod Rovira, Otegui, Ibarretxe o Zapatero.

Mi grupo favorito de periodistas eran los de Antena 3 Radio, aquella radio que compró Polanco para cerrarla. Y lo eran porque me trataban como a una ciudadana adulta a la que hay que darle información, contexto, opinión; todo convenientemente identificado y con la esperanza cierta de que al otro lado mi mente inteligente sabría captar
los matices, distinguir los rumores de las certezas, y que yo sabría decidir libremente qué hacer con todo ello.

Ese grupo, por razones que sólo puedo suponer, se ha ido envileciendo con el tiempo y su exponente máximo es Federico Jiménez Losantos. No hay día en que informe sobre nada, todo es opinión manipuladora, todo es un intento de retorcer la verdad hasta hacerla compatible con sus intereses.

Ahí sigue empecinado en que ETA es la autora de los atentados y me empiezo a temer que si el ministro del Interior dice que tiene la certeza de que ha sido Al Qaeda, bramará en el micrófono que Acebes es un infecto y siniestro sicario del nacionalismo excluyente.

Acusa de traidores a aquellos que se atreven siquiera a suponer que no sea ETA la autora del atentado, lo cual supongo que incluye a los especialistas del CNI que advirtieron de la posibilidad de que fuera un atentado de grupos terroristas islámicos. Va más allá que el propio gobierno, al que acusa de no saber comunicar convenientemente y de ayudar a sus enemigos, que son los de España, y que identifica con la izquierda.

Este hombre, que ha dejado de razonar hace muchos meses, está en estado de guerra, como admite al final de su artículo, una guerra de propaganda en la que está dispuesto a todo.

Es una guerra, sí, contra nuestra nación y nuestra civilización, donde tiene un papel fundamental la propaganda, “el otro nervio de la guerra” en definición famosa del infame Napoleón. Pero por eso mismo, porque nos va la vida y el honor en ello, porque nos jugamos la dignidad y la libertad, no podemos perder. Cueste lo que cueste, vamos a ganar.

Las fuerzas de seguridad del Estado, afortunadamente, tienen otro método de trabajo: se basan en hechos. Podría ser ETA, pero sería una novedad su modo de operar; pero también podría ser el terrorismo islámico. Sería un delito de traición que los políticos influyeran en la investigación haciendo que los especialistas se concentraran en
líneas de investigación equivocadas, sería hacer perder un tiempo precioso. En mi opinión, afortunadamente, no caerán en esa vileza. Por eso me parecen repugnantes las caceroladas contra el PP que se están organizando en Cataluña o la pegatina de «NO a la guerra» que va a llevar Llamazares. Hay gente a la que francamente parece importarle poco la sangre que se ha derramado en Madrid y que pretende sacar rédito político a esta masacre. Todo vale contra el PP, todo vale contra la izquierda.

Y nosotros en el medio.

Iré a la manifestación de Vigo a las 7 de la tarde (sale del nudo de Isaac Peral), pero iré desanimada por el espectáculo que algunas personas están dando en este país. Siempre dividido en dos, siempre con bajeza de miras, siempre jugando al regate en corto.