Hay una teoría de la comunicación que cuenta con numerosas pruebas empíricas, la conocida como agenda-setting o del establecimiento de la agenda. La referencia es a la Wikipedia en inglés que la explica mejor que la versión en español.
En resumen y destacando lo que la trae aquí, el establecimiento de la agenda es un efecto de los medios de comunicación. Tal efecto sería que los medios de comunicación son muy eficaces no tanto en decirnos qué hemos de pensar sobre un tema sino qué temas son los importantes.
Esta teoría se demuestra especialmente en aquellos temas con un alto grado de incertidumbre por parte del público y sobre los que no tiene experiencia directa. Es decir, la política exterior para la mayoría de la gente es algo que sólo conoce a través de los medios de comunicación y, por lo tanto, la influencia de los medios sobre la importancia o no de un aspecto de esa política es determinante.
Pero -y esto es lo que quiero destacar- en los temas en los que cada uno tiene experiencia, los medios tienen poca influencia. Por ejemplo, ya se puede empeñar El País o Zapatero en que es exagerado hablar de recesión económica que si yo acabo de quedarme en el paro no me parecerá nada exagerado, es más, probablemente me enfade con quien trate de negar la gravedad de la situación Otro ejemplo, la ley de dependencia y los anuncios del Gobierno: aquellos que tienen experiencia sobre la inoperancia de la ley -como se comentó aquí- se sienten molestos de que se les intente convencer de lo positivo de la actividad gubernamental.
Por eso digo que el PP está acertando con el establecimiento de la agenda, porque el disparatado optimismo de Zapatero, su defensa de la alegría y el ataque de los medios progubernamentales al diagnóstico de que hay problemas graves van en contra de la experiencia personal de muchísimos españoles.
Quien tiene que ingeniárselas para llegar a final de mes, quien conoce a alguien que se ha quedado en el paro, quien vive cerca de un gueto de inmigrantes, quien sufre la delincuencia juvenil aplaudirá aliviado al político que propone medidas para solucionar esos problemas, sean cuales sean las medidas. A quien no aplaudirá será al que niegue la existencia del problema, eso seguro.
Por lo tanto, teniendo en cuenta que el PP cuenta con pocos medios afines ni tan siquiera neutrales, es mucho más eficaz recurrir a la experiencia directa de los votantes y a los problemas que les agobian. Darían un gran paso adelante si, por ejemplo, ofrecieran alguna idea sobre el precio de la gasolina y el gasoil: la rebaja del impuesto de hidrocarburos sería algo que agradecerían millones de españoles que saben que llenar el depósito es casi una tarea imposible.
Por lo tanto, siga el PSOE con sus memeces líricas de la defensa de la alegría y negando la realidad, que el 9 de marzo habrá quien les baje del castillo en el aire.
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