Mi aplauso a los senadores, por lo menos consta para la historia que la oposición al matrimonio gay en España es amplia. Aquellos que reclaman que las leyes las hace el Parlamento y no la calle (ahora) deberían preocuparse de que la Cámara Alta rechace un proyecto del Gobierno que, a pesar de todo, irá adelante por la tozudez del autista sin bigote.
Quien no aprende de la historia está condenado a repetirla, dice el adagio.
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