abc.es| OPINI�N – Carta a los nuevos ciegos

Carta de Pilar Ruiz Albisu, madre de Joxeba Pagazaurtund�a, asesinado por ETA. La carta est� dirigida a Patxi L�pez. A continuaci�n, unos extractos.

Quienes lloramos a los muertos hemos renunciado a vengarnos. Como sociedad no aplicamos la pena de muerte, ni la cadena perpetua. �sta es la prueba de la inmensa generosidad de nuestra sociedad. Lo hemos comentado muchas veces en casa. A veces he pensado que ETA no mata en Francia porque tal vez tambi�n influya que all� las penas son m�s severas y que no tienen esperanza de que el Gobierno franc�s escuche cantos de sirena. Tambi�n te lo digo como lo pienso.

Hay muchos ciegos que ser�n leales a lo que hag�is, aunque nos traicion�is, porque s�lo ven las siglas y �ste es el pa�s de Ca�n y Abel, de unos contra otros, de la pol�tica que parece tantas veces un partido de unos forofos contra otros forofos. Y s�, los hinchas que escriben de vuestro lado dir�n lo que vosotros no dir�is en voz alta, que es lo que ya nos han dicho los nacionalistas: que estamos manipulados por el Partido Popular y por nuestro dolor, y que deber�amos estar callados cuando nos den un abrazo y un homenaje.

Ay, Patxi, ya s� que no me ense�ar�s los lugares donde estuve refugiada. T� me dijiste que mi vida hab�a sido triste. Fui una refugiada de guerra miserablemente pobre, crec� como la hija de un rojo represaliado, no pude votar hasta los cuarenta y cuatro a�os. Y despu�s vino el calvario de nueve a�os de ver sufrir a mi hijo, que ve�a llegar su propio asesinato. Se jug� la vida por defender la libertad, no por lo que parece que viene de vuestra mano, eso que pomposamente se anuncia como un proceso de Paz. Porque, Patxi, ahora veo que, efectivamente, has puesto en un lado de la balanza la vida y la dignidad, y en el otro el poder y el inter�s del partido, y que te has reunido con EHAK. Ya no me quedan dudas de que cerrar�s m�s veces los ojos y dir�s y har�s muchas m�s cosas que me helar�n la sangre, llamando a las cosas por los nombres que no son. A tus pasos los llamar�n valientes. �Qu� solos se han quedado nuestros muertos!, Patxi. �Qu� solos estamos los que no hemos cerrado los ojos!