El hecho de que el Che diera la vida y sacrificara las de muchos no hace mejores sus ideas, que bebÃan de las fuentes de uno de los grandes sistemas totalitarios. Sus proyectos y sus consignas no han dejado más que un reguero de fracaso y de muerte, tanto en el único sitio donde triunfaron, la Cuba de Castro, como en los lugares en los que no alcanzaron la victoria, desde el Congo de Kabila a la Bolivia de Barrientos. Y todo ello sin contar los muchos paÃses en los que, deseosos de seguir el ejemplo de este mito temerario, miles de jóvenes se lanzaron a la lunática aventura de crear a tiros al «hombre nuevo».
Anoté este editorial el dÃa que se publicó y lo guardé porque me pareció un hito. Lo titulé Por fin. Por fin El PaÃs, por fin un periódico de izquierdas se manifestaba claramente en contra de los asesinos de izquierdas.
Pero hay muchos que no están preparados para la realidad y prefieren el mito. Aunque se sepa que el Che era un asesino sin remordimientos, que se habÃa entrenado para ser una «frÃa máquina de matar», se le sigue venerando como a un santón laico.
Pasaron los dÃas, no llegué a comentar nada por falta de tiempo y vi que el editorial, efectivamente, era un hito. Un hito inaceptable para la gran mayorÃa de los periodistas de El PaÃs y para muchos de sus lectores.
Hubo quien alabó la reacción del comité de redacción, que más bien parecÃa un comisariado polÃtico. No busquéis una justificación lógica ni basada en hechos en la rebelión de los periodistas de El PaÃs, simplemente no les gustó el negro habiendo tanto gris. No sé, supongo que los violadores y pederastas también han tenido rasgos de ternura con su perro y, a partir de ahora, deberÃan incluir en la semblanza de Hitler su innegable amor por su pastor alemán.
Más aquÃ.
19/10/2007 a las 21:52
«Un gran amor ni se olvida ni se deja». Pero, ¿cómo extrañarse luego de la entente GAL-ETA, si comparten iconos como este?