La Asociación de Internautas ha sido condenada esta semana a
readmitir a un socio al que habían expulsado en mayo del 2002. La
sentencia completa la pueden leer aquí.
Lo que viene a decir la sentencia es que la excusa para expulsar a ese
socio (que era desleal y que obstruía, con sus críticas, la labor de
la Asociación) es una falacia: el socio sólo ejercía su derecho a la
libertad de expresión.
Como en España no teníamos suficientes desgracias tecnológicas
(ministros incompetentes, directores generales ectoplásmicos, compañías
telefónicas usureras) lo hemos completado con una asociación que
pretende representar a los internautas a golpe de cornetín: el que se
mueva no sale en la foto.
Cometí la torpeza de entrar en esa asociación allá por el año 1998 o
99 (ya no recuerdo) pero salí aburrida, indignada y desconcertada el
mismísimo 11 de septiembre de 2001, fundamentalmente porque ante mi
anuncio de que no iba a renovar mi cuota alguien dio de baja mi cuenta
y ya no pude intervenir más en su lista de distribución.
Esta sentencia viene a demostrar lo que dijimos decenas de socios
durante meses: la AI había dado un golpe de timón interno y se había
convertido en una junta directiva autónoma que actuaba por motivos
desconocidos y al margen de sus asociados. Y todo empezó con la
diabólica LSSI.
Los socios que estábamos en contra de esa ley fuimos ninguneados, la
oposición a la ley que había y hay en la Red fue demonizada, como si
fuéramos peligrosos radicales los que nos mostrábamos en contra.
Para muestra un botón: después de salir de la AI me puse al habla con
la senadora del PP Lucía Delgado para hacerle una entrevista sobre la
LSSI que pueden leer íntegra aquí.
Según la junta directiva de la AI, Pedro Tur, abogado pro LSSI y
miembro de la AI, había comparecido en el Senado a título personal. Le
pregunté a la senadora, persona que había convocado a Pedro Tur, si
eso era así y su respuesta fue la siguiente: Yo
ni siquiera convoqué a Pedro Tur como tal. El procedimiento fue que yo
pedía la comparecencia de la AI en la Comisión, la letrada del Senado
envía una carta a ese colectivo y, en esta caso, la Asociación de
Internautas es la que decide a quién enviar a comparecer a la Comisión.
Eso es lo que ocurrió.
Desde entonces a hoy muchas cosas han pasado. Hay algunos medios de
comunicación, por las rutinas propias del periodismo, repiten los
comunicados de la AI porque es muy cómodo tener asignado a alguien el
papel de portavoz de los internautas, pero la realidad es que esa
asociación tan sólo representa la parte más cutre de este país llamado
España: cortedad de miras, autoritarismo y politiqueo.
Al final, el diagnóstico es que se olvidaron de lo fundamental en la
vida asociativa y especialmente en Internet: que el derecho de las
personas a asociarse exige que la vida interna de las asociaciones sea
democrática y ellos optaron por el cuartel. Y eso, en la vida civil, es
ilegal.