Enrique Dans – Buenos y malos – Libertad Digital
En el otro lado están, como no, los malos. Una caterva sombría de personajes codiciosos hasta más allá de los límites de la imaginación, empeñados en mantener las reglas que han sido su razón de ser y que les han hecho inmensamente ricos, que les han elevado a una categoría superior, muy alejada de los pobres mortales que se contentan con admirarlos. Personas que, en su fuero interno, anhelan un mundo de control absoluto, en el que necesitemos estar permanentemente identificados, sin salirnos de los modelos establecidos, sin osar hacer nada al margen de lo reglado, sometidos a una constante censura y bajo la amenaza de que todo lo que hagamos podrá ser más adelante utilizado en nuestra contra. Seres que imaginan barreras tecnológicas, fronteras rígidas, bases de datos que almacenen todos nuestros detalles, información personal y actuaciones, nuestros pensamientos, nuestras ideas. Pretenden monitorizar nuestra vida entera para evitar que nos salgamos del camino marcado, eliminar la privacidad, que “si tanto la quieren, seguro que es porque algo ocultan”.