En el Reino Unido

Las jerarquías católica, anglicana y judía, unidas contra la ley de eutanasia

La preocupante injerencia religiosa de los obispos españoles parece ser que se está contagiando a sus colegas británicos y no sólo a los católicos, sino a los obispos anglicanos y a los rabinos judíos.

Ya lo veía venir Zapatero, si los dejas, los obispos y demás dirigentes religiosos tienen una peligrosa tendencia a opinar. Posiblemente lo han hecho aposta, para fastidiar las brillantes declaraciones de nuestro presidente ayer mismo en El País.  Resulta que se han atrevido a escribir una carta a los medios de comunicación para hacer público su rechazo a la ley que Gordon Brown intenta hacer sobre la eutanasia.

El arzobispo anglicano de Canterbury, Rowan Williams, el primado católico de Inglaterra y Gales, Vincent Nichols, y el rabino jefe, Jonathan Sacks, han pedido a los lores que rechacen un proyecto de ley que permitiría a las familias británicas acompañar a Suiza a morir a sus seres queridos sin temor a ser perseguidos por la ley.

Esa carta tendría el terrible propósito de intentar influir en la Cámara de los Lores, ¡intolerable! Es el colmo del afán de protagonismo en el debate público y del condicionamiento de la acción política.

Es verdad que esto no pasa en ningún país. De los que yo conozco, de Europa, no hay ningún país en el que la Iglesia católica, una parte de la jerarquía, pretenda tener un protagonismo en el debate público ni el condicionamiento de la acción política. No pasa en Francia. Ni en Inglaterra. Ni siquiera en Alemania, donde también hay un cuerpo católico importante y ahora tienen al Papa… Es impensable.

Esto era lo que ayer decía Zapatero en El País. No puedo ni imaginar que nos estuviera mintiendo, posiblemente entre estudiar el trazado de túneles del AVE y escuchar programas de radio para parados no tiene tiempo de seguir la actualidad internacional. Ahora debería ponerse las pilas, coger el Falcon y visitar a Gordon Brown para ayudarle a parar a esta caterva de cuervos con afán de protagonismo. No se puede tolerar que el virus español se propague a las viejas democracias europeas: ¡no pasarán!