A Pedro Sánchez, de pequeño, no le debieron de contar la historia de Pedro y el lobo.

Si se la hubieran contado, habría aprendido que es un poco tarde para centrar la campaña electoral de julio en el mundo simbólico. Ése lo ha perdido hace tiempo, sus palabras no significan nada.

Por eso, abusar de su cargo para lanzar mensajes perturbadores de la convivencia como este tuit de esta mañana, va servir exclusivamente para su núcleo duro, ni siquiera para sus militantes. Ya sabemos que no viene el lobo, Pedro.