El 12 de octubre de 2002 se aprobó definitivamente la LSSI-CE, hace de ello hoy dos años y cuatro meses. Muchas personas estuvimos en contra durante su tramitación, que duró alrededor de un año y tres meses. Lo recuerdo porque en el verano de 2001 empezaron los problemas en la Asociación de Internautas (AI) entre los que estábamos en contra de la ley y los que estaban a favor. Los que estábamos en contra acabamos por salir de la AI durante el mes de septiembre de 2001.

A todos los que estábamos en contra nos movían motivos parecidos pero no idénticos. Un rápido sumario en inglés (curioso) sobre lo acontecido y los colectivos o personas contrarias a la ley se encuentra en el sitio web de Epic, Electronic Privacy Information Center, una de las organizaciones civiles americanas más activas en la denuncia de los atentados a la intimidad. En el ámbito internacional, aparte de en Epic, tuvimos eco en la influyente lista Politech de Declan McCullagh, Stop 1984, GILC (Global Internet Liberty Campaign) y periódicos como el Washington Post o Wired News.

Los que estábamos en contra de la ley a título personal, algunos nos agrupamos en mienten.com en la que participé junto a los «villanos» y otros como Khym y Vicente Fons tanto en su nacimiento como en su dolorosa muerte. Los que allí estábamos escribíamos, programaban, dibujaban y nos documentábamos por el simple placer de luchar contra algo que nos parecía injusto, sin más afán que el de contar la verdad y divertirnos. Otras muchas personas participaron en aquel movimiento como Arturo Quirantes. Que me disculpen aquellos a los que no menciono por no recordarlos en este momento.

En el ámbito nacional tuvimos el apoyo de sectores de izquierdas, que vieron en la LSSI-CE una causa más de oposición al gobierno de Aznar. Esos son los que hoy no dicen gran cosa ni sobre la ley, ni sobre el baneo a Ogrish ni sobre la reforma a peor de la ley acometida por el PSOE. Era previsible pero conviene resaltarlo para que dejen de ir de puretas por la vida y de campeones de la libertad. La vergüenza ajena me impide ponerles nombres y apellidos pero algunos de ellos están ocupando cargos con el Gobierno del PSOE. Los intereses más que particulares de un grupo de mamporreros del espectáculo han conseguido del Gobierno amigo una nueva restricción a la privacidad de las comunicaciones. Insisto que esto no ha levantado ninguna oleada de indignación popular ni se conocen manifestaciones ni campañas en contra.

Además de la izquierda tuvimos apoyos en Libertad Digital, tanto en su editor, Federico Jiménez-Losantos, como en el responsable de su sección de Internet, Antonio José Chinchetru. De esa forma probaron, al menos en este tema, que para ellos los principios cuentan más que el apoyo a un Gobierno con el que estaban de acuerdo en lo esencial.

En aquel momento la Red era un clamor contra la ley, había foros y listas de correo dedicadas en exclusiva a discutir sobre la norma, sus matices y sus pegas.

Tras la ley debería haber venido el reglamento, que concretara, por ejemplo, qué datos tienen que retener nuestros proveedores de acceso a Internet durante un año para poder identificarnos. En este momento no sabemos los ciudadanos españoles si nos retienen datos de navegación ni cuáles. Tampoco parece importarle a casi nadie.

Sin necesidad de LSSI se banean sitios web y, en el ámbito internacional, se confiscan servidores sin orden judicial. ¿Qué ganamos los ciudadanos con esto? Nada en absoluto. Que en medio de toda la inmundicia que se genera en el mundo y que se puede contemplar en Internet se prohíba acceder a Ogrish desde España por contener fotos del 11-M es una muestra más de la arbitrariedad de las autoridades «competentes» y del afán paternalista por decidir qué debemos o no conocer.

Eduardo Pedreño se preguntaba en una columna de Libertad Digital qué es de la comunidad internauta, tan combativa contra la LSSI. También me lo pregunto desde hace semanas y creo que una de las causas del silencio es el partidismo, sin más, de parte de la sociedad española. Hay una motivación extra en protestar contra un gobierno de derechas que no existe ahora. A pesar de lo que se dice, la sociedad española es comodona y acrítica, se subleva en pocas ocasiones y, a diferencia de las sociedades anglosajonas, no valora mucho la libertad individual y la privacidad.

Observen la paradoja, pero me temo que hasta que no vuelva el PP al Gobierno, deberemos hacernos a la idea de que la LSSI está ahí para quedarse con la complacencia de todos los sectores de izquierdas y cultureta en general.