Ayer leí en los medios las noticias sobre que Garzón había pedido información a diversas instituciones para aclarar el paradero de los cadáveres de los represaliados por el bando franquista durante la Guerra Civil y el régimen posterior. Es decir, se iba a buscar el paradero de las víctimas con dos acotaciones: una temporal (Guerra Civil y franquismo) y otra ideológica (las víctimas del bando vencedor).
Por lo tanto, quedan fuera del afán esclarecedor del juez aquellas víctimas anteriores a la Guerra Civil (por poner un ejemplo, católicos asesinados por serlo durante la II República) y víctimas del bando republicano.
En segundo lugar, me llamaba la atención que se pidieran datos a la Conferencia Episcopal Española, institución que no existía en los años 30, 40 ni 50. Es bastante común entre los legos confundir Iglesia católica con Conferencia Episcopal, pero que un juez versado en leyes pregunte al PSOE (un suponer) por las cuentas del Banco de España sería un despropósito similar a éste. Que un socialista esté al frente del Banco, no hace del Banco de España una sucursal del PSOE. Que la Conferencia Episcopal esté formada por los obispos españoles, no le hace la centralita de las diócesis españolas. Si quiere ordenar el registro de las parroquias, ha de dirigirse a su superior: el obispo.
En tercer lugar, es irracional que Garzón piense que en las parroquias hay información sobre los asesinados en cualquier bando. ¿Piensa que los asesinos de los desaparecidos fueron a informar al cura párroco de la fecha, lugar e identidad de sus represaliados? Imaginemos la escena: Madrid 1939, entran las tropas nacionales en la capital y, tras buscar infructuosamente a un párroco (todos huídos o asesinados), se traen a alguno por la fuerza desde Mansilla de las Mulas (León) y le ponen a dar fe de a quiénes se cargan y dónde los entierran, apuntando en libros parroquiales quemados previamente por los milicianos, pero recuperados milagrosamente. Que no se entere ni el mando militar, pero que sean recogidos los datos escrupulosamente en los libros parroquiales, cuando ni siquiera se les da cristiana sepultura.
Hoy hay dos editoriales sobre el tema: El Mundo y El País. El de El Mundo en contra:
A Garzón todo eso le da lo mismo, ya que lo que busca no es hacer justicia sino instrumentalizarla para sus fines personales. La realidad es que, entre sus viajes a Latinoamérica para denunciar los crímenes de las dictaduras, sus conferencias, sus libros y la realización de documentales, apenas le quedan ya horas para realizar su trabajo. Seguramente por eso ha sido incapaz de investigar quién dio el chivatazo a los recaudadores de ETA, no tuvo tiempo de transcribir la cintas de los islamistas que tal vez hubieran evitado el 11-M y ha dejado enormes lagunas en casi todos los sumarios que ha instruido.
El de El País, a favor sin argumentos:
Además de alegar la prescripción en virtud de la amnistía de 1977, la fiscalía señalaba que las muertes denunciadas ante Garzón fueron consecuencia de delitos comunes, sobre los que la Audiencia Nacional no tiene competencia. Como tampoco la tiene sobre los crímenes contra la humanidad, que deben ser juzgados en los lugares donde se cometieron los hechos. La vía emprendida por Garzón concede cierta validez a estos dos últimos argumentos, al enmarcar la providencia dentro de la decisión sobre su competencia. Pero sólo para forzar que el Estado realice a instancias de la Audiencia Nacional lo que, incomprensiblemente, no ha hecho hasta ahora por impulso político: elaborar un censo de desaparecidos bajo el franquismo.
¿Censo de desaparecidos con estos métodos? No soy historiadora, pero me da que la información sobre desaparecidos de ambos bandos es un trabajo que necesita de los testigos vivos de la época, de archivos de partidos políticos, sindicatos, organismos como el TOP, Guardia de asalto, Guardia Civil… no de los ayuntamientos ni parroquias ni de la intervención de un juez.
Jueces para la Democracia, la asociación de jueces de izquierdas, dice en su nota de prensa:
Jimeno señaló que la iniciativa del juez no tiene «ninguna salida» desde el punto de vista jurídico. A su juicio, es «evidente» que la Ley de Memoria Histórica «tiene lagunas», pero estimó que no deben ser resueltas por el Poder Judicial, sino por «el Ejecutivo», en «el propio ámbito político».
En mi opinión, debería respetarse la voluntad de olvido de ambos bandos tras la muerte de Franco o decidir que ya está bien de olvidos y acometer una labor de esclarecimiento histórico, al margen de los políticos, en el ámbito de los historiadores, con atención a los dos bandos. No olvidemos que fue una guerra civil, no únicamente un pronunciamiento militar.
02/09/2008 a las 18:27
El asunto de Caín y Abel aún podría dar mucho que hablar. Seguro que Garzón lo tiene en cartera. Qué tío…
02/09/2008 a las 18:42
Creo que encontró la quijada con la que Caín le asestó el golpe mortal, pero le faltan testigos. Ha emitido una orden de búsqueda internacional contra Adán y Eva, únicos posibles testigos de los hechos, pero está resultando imposible encontrarlos por falta de colaboración de los curas párrocos (evidentemente).
05/09/2008 a las 18:18
Garzón debería dedicarse a lo que le encomendaron, y además hacerlo bien (sus sumarios suelen resultar bastante desastrosos, de manera que luego son los jueces de las vistas orales los que deben rehacer la instrucción).
Si quiere perseguir genocidios y demás, podría empezar por las dictaduras comunistas, como Cuba. Podría investigar los desaparecidos en Venezuela desde que Chávez llego al poder. Podría investigar la represión en China y en Corea del Norte. Podría investigar a Carrillo, el PSOE, ERC y lo que hicieron en la Guerra Civil (aunque tampoco lo solicito, ojo).
En el último año ha habido bastantes noticias similares: buscamos a los muertos de un bando, pero no a los del otro.
Los datos más equilibrados señalan unos 30.000 crímenes en el bando nacional y unos 100.000 en el bando frentepopulista.
En la Causa General se señalaban los cargos por que miles de personas fueron fusiladas después de la guerra.
Algunos pensábamos que humanamente estaba todo zanjado después de 1978. Otros nunca han querido zanjar esto, y dan pensiones a los ex combatientes de un bando, reescriben la historia y pretenden señalar que sólo la mitad de los españoles (todavía hoy) merecen el carné de «demócratas».
Uno de mis abuelos trabajaba para un Ministerio del Frente Popular. Pasó a un campo de concentración en Francia (antes de la II Guerra Mundial), donde no lo trataron muy bien. Luego pasó a España y quedó libre en poco tiempo.
A mi otro abuelo lo encerraron en una checa y lo apalearon hasta que le rompieron un riñón. Como era el único médico de la zona, no lo mataron. Era católico practicante y leía el Abc.
Mis dos abuelos se llevaban bien (ya están muertos) y nunca pretendieron recibir ninguna indemnización. No pierdo ni un minuto en esperar que el PSOE y la UGT, o el Gobierno francés, me pidan perdón. Porque aquello es historia.
Garzón y el PSOE tendrán qué explicar por qué les preocupa tanto esa reescritura sectaria y falsa de la historia. Por qué demuestran tan poco interés en la seguridad ciudadana.
05/09/2008 a las 19:07
José María, la historia de tus abuelos es la de la mayoría de los españoles. Mi abuelo materno era militante del PSOE, se dio de baja cuando vino la República, según él porque admitían en el PSOE a gente indeseable. Pero siempre se consideró socialista y cuando se produjo el alzamiento de Franco, en cuanto Galicia fue territorio nacional (o sea, en las primeras fechas) mi abuelo estaba en las listas de los «represaliables». Gracias a un amigo nacional que lo avisaba, pudo escapar cada vez que venían a por él. Y ese amigo lo que hacía era devolverle el favor, porque durante la República, el perseguido era el otro.
Luego, siguió su vida, es más, se dedicaba a la producción industrial y tuvo encargos del ejército. Nunca dejó de considerarse socialista y pudo ver la llegada de la democracia. Tampoco me pidieron disculpas, por eso la historia del abuelo de Z es de una hipocresía tan monumental y por eso es tan indignante que se quiera disfrazar la recuperación de la memoria histórica, convirtiéndola en una memoria selectiva que sólo recuerda lo que conviene al poder del Gobierno.
09/09/2008 a las 23:29
¿Cómo se puede zanjar algo cuándo los familiares de los fusilados y enterrados en zanjas comunes quieren localizar los cuerpos de sus seres queridos?
¿Quién habla de perdonar qué o de disculparse de qué? Aquí de lo que se habla es de enterrar «como Dios manda» a los abuelos, hermanos, padres etc. fusilados.
Ah por cierto, la lógica indica que el bando vencedor tuvo 40 años para localizar y enterrar a sus caídos.
10/09/2008 a las 20:26
Thomas dixit: «la lógica indica que el bando vencedor tuvo 40 años para localizar y enterrar a sus caídos».
Pues las cosas no funcionaron así. A mi abuelo el de derechas nunca le dieron ninguna indemnización ni nada similar (ni él lo pidió). Ninguno de mis abuelos transmitió a sus hijos o nietos el mal rollo de la guerra.
Los que se consideran «vencidos» (después de 70 años) han ordenado tapar una fosa hallada hace poco en Alcalá de Henares. Se dieron cuenta de que ahí estaban enterrados los asesinados por el Frente Popular.
25/09/2008 a las 18:56
He leído que Garzón rectifica, para incluir a los que cayeron en los dos bandos. En fin, me alegro de que haya dejado esa vena partidista con la que empezó este asunto.
Aunque en realidad se trata de un tema que no le compete. Es un tema que atañe al gobierno, si la finalidad es la de poder determinar cuántas personas están enterradas en fosas comúnes (sin poner ideologías por ningún lado), y permitir a los familiares que sepan dónde están sus muertos. Si quitamos el acento político, es una iniciativa loable. Pero no corresponde al poder judicial.
Otra cosa. He leído esta novedad de Garzón en El Mundo y Libertad Digital. Si no me equivoco hablan de «víctimas nacionales» o «franquistas». Menuda chorrada: fueron personas que murieron de manera cruenta en la guerra, y no necesariamente porque fueran «republicanos» o «nacionales». Mucha gente fue asesinada por pura envidia, rencor personal, etc. Muchos de los fusilados y torturados en la guerra no eran de tal o cual bando. Simplemente los fusilaron por fanatismo, odio, expolio…
Casi todos los que asesinaron eran de un bando, pero muchos de los asesinados eran españoles que vivían como mejor les parecía.
Por ejemplo, Ortega y Gasset no era de los «nacionales» ni de los «republicanos». Salió de España maldiciendo a todos.
Lo más adecuado sería que la Administración pública evitara identificarse con alguno de los bandos.