Ayer estuve viendo y leyendo todo lo que pude sobre la acampada de la Puerta del Sol. Reconozco que no le di mucha importancia a la convocatoria de manifestación del día 15 pero la persistencia de los manifestantes en permanecer en la Puerta del Sol hasta el día 22 me llevó a interesarme más por el fenómeno. Es una especie de experimento social que se desenvuelve en directo pero no ante nuestros ojos, a no ser que vayas allí. De ese experimiento me gustaría apuntar unas reflexiones.

 

1.- Estoy bastante de acuerdo con Enrique Dans en que no se puede buscar una mano negra que mueve los hilos de la gente allí congregada. Se están difundiendo por Internet rumores interesados sobre la paternidad de Democracia Real como si fuera un socialista de partido el que lo ha puesto en marcha. No es cierto, la persona que ha comprado el dominio democraciareal. es no tiene filiación política actual y militó en Izquierda Andaluza, un partido pequeño.

2.- Digo que no lo estamos viendo con nuestros propios ojos porque si algo quedó en evidencia ayer fue la penosa cobertura de los medios. Unos por ser incapaces de montar el streaming (El País, que se pasó la tarde diciendo que a ver si lo arreglaban), otros porque ignoraron la importancia del momento y se limitaron a reseñar el asunto superficialmente (la mayoría) y otros porque hicieron cobertura en directo y, mientras la presentadora intentaba ser profesional, los comentaristas ahogaban la realidad con valoraciones apriorísticas y cerradas (Intereconomía).

3.- Pude seguir un rato el streaming de Agora News y me llamaron enormemente la atención dos cosas:

– La animadversión en contra de la periodista, una jovencita del mismo grupo social que los que estaban allí. Ninguno quería decir nada, ni de sus motivos, ni de sus reivindicaciones.

– El respeto a una jerarquía invisible. Uno de los acampados llegó a espetarle a la periodista que se enterara mejor de quién era el portavoz encargado de hablar con los medios y que no entrara como elefante en cacharrería preguntando a todo el mundo.

Los dos aspectos quizá fueran casualidad pero son francamente contradictorios con la horizontalidad de la movilización. Si no hay una dirección, cada uno es un portavoz. Y si no hablan con un medio social como Agora News, ¿con quién van a hablar?

Luego oí en Intereconomía que la asamblea de las 8, en uno de sus puntos, llevaba el de a quién conceder entrevistas. Rechazaron la petición de Intereconomía y aceptaron la de TVE y La Sexta. Hoy veremos si es verdad la información de Intereconomía.

4. Lo último, lo más importante: la asamblea es el método menos democrático. La asamblea no es libre. Esto es algo conocido y demostrado por la historia, por eso se ha inventado el voto secreto; la presión del grupo es irresistible para la mayoría de la gente.

Si la historia no nos sirviera de escuela, desde los años 50 se viene investigando sobre el tema. Solomon Asch y sus famosos experimentos cifraron en aproximadamente el 65 por ciento las personas que son incapaces de opinar libremente aun sobre temas que son evidentes. Cuando se percibe una cierta unanimidad sobre algún tema, la gente asume la posición de la mayoría. También las encuestas de Noelle-Neumann y sus estudios sobre la espiral del silencio corroboran que hay un pequeño porcentaje de personas que son capaces de articular su oposición ante una opinión que perciben como mayoritaria.

Por lo tanto, quedan dos posibilidades a esta movilización:

Que asuman métodos democráticos como el voto secreto y puedan salvaguardar la libertad de las personas integrantes a la hora de elegir qué quieren hacer.

– Que no lo hagan y sigan debatiendo y votando a mano alzada. Un núcleo duro se hará con el poder de forma natural e impondrá sus opiniones o, peor todavía si ya no lo han hecho, un grupo organizado tomará las riendas del movimiento. De aquí al 22 de mayo pueden acabar pidiendo el voto para alguno de esos grupos organizados.