Hace unos días critiqué la falta de sensibilidad de los nuevos esposos con el pueblo, al que habían mantenido alejado de su boda.
Hoy no puedo más que alegrarme del modelo de luna de miel que han elegido: recorrido por España en coche, en contacto directo con las carreteras y las calles de este país, en convivencia con su pueblo sin intermediarios.
Y lo de hoy, la visita a San Sebastián, me ha parecido un puntazo. No les creí capaces, la verdad, porque se podían haber encontrado con un recibimiento no caluroso sino caliente.
Recuerdo que en una ocasión pregunté en el entorno del Príncipe que qué pensaba hacer tras su máster en Georgetown y me contestaron que haría una estancia en Bruselas -que al final fue muy corta- y que se dedicaría a visitar España de forma continuada y profunda. Hasta ahora, parecía que esta parte del plan se había atrasado sin fecha. Espero que sea el comienzo de una implicación más activa de los dos en la vertebración de España, que buena falta hace.