De reactivos, pasemos a proactivos. De forma cíclica se producen declaraciones de directivos de medios afirmando que el periodismo no debe estudiarse en la Universidades, me he cansado de reaccionar a la defensiva, así que me propuse cantar la excelencia de la Universidad para formar periodistas.
Aquí ya he escrito sobre el tema en numerosas ocasiones (¿Por que los medios de comunicación desprecian la Universidad?, La carrera de periodismo, Carbonero, Francino y Barceló por ejemplo), pero ayer tuve una conversación con Juan Luis Manfredi, periodista y profesor de la Universidad de Castilla La Mancha, en Twitter y comentábamos el cansancio de estas polémicas, cuando la realidad es que las facultades de comunicación -originariamente de periodismo- tienen ya una trayectoria consolidada.
Juan Luis me enviaba una pieza de PBS sobre la Facultad de Periodismo de Columbia, que nació en 1912, o sea que ya inicia su segundo siglo de vida, y hace cinco años celebramos los 50 años de estudios de Periodismo en Pamplona y los 40 años de la Complutense. Podemos decir que se ha consolidado una titulación, pero no podríamos, tan sólo con esto, justificarla. Hay cada vez más titulaciones difícilmente justificables.
- Objeto de estudio. Una titulación universitaria se justifica por un objeto de investigación. En el caso del periodismo es la de un tipo de comunicación pública, que comparte ese ámbito con la propaganda, las relaciones públicas, la publicidad y la ficción (este último añadido se lo debo a García-Noblejas y me parece muy acertado).
Los publicistas, los relaciones públicas, los creativos, los guionistas, etc que se dedican a los otros campos de la comunicación pública estudian Comunicación, aprenden estrategias, cómo se influye sobre la opinión pública, el valor de las imágenes, la música, cómo investigar los gustos y las tendencias del público, cómo acceder a las vías de persuasión de la audiencia ¿y los periodistas no? ¿Alguien me puede explicar cómo es posible que en la palestra de la comunicación pública vayan a contender en igualdad de condiciones unos profesionales amueblados con todo tipo de conocimientos mientras otros van con su «oficio»?
Pongan a un juez «con oficio» ante un fiscal y un abogado con carrera y oficio. Ya me dirán qué justicia sale de eso. Pues, a su vez, pongan a un periodista «con oficio» ante un relaciones públicas con carrera y con oficio, ya me dirán qué periodismo sale de eso.
La comunicación como objeto de estudio ha pasado (y sigue pasando) por muchas fases. Un buen resumen está en «Teoría de la comunicación. Una propuesta» de Manuel Martín Algarra, pero ese mismo debate, en mi opinión, muestra la vitalidad del estudio de la comunicación. Cuando los académicos son capaces hasta de cuestionarse su propio modo de vida, lo que se puede asegurar sin temor a equivocarse es que no están acomodados.
Dentro de los estudios de comunicación, el periodismo fue el origen de todos ellos. Si empezó a preocupar la comunicación fue porque empezó a interesar el papel que tenían los medios de comunicación en la sociedad, de manera que los estudios universitarios de periodismo empezaron con la época de esplendor de la comunicación de masas. Las democracias modernas no se pueden entender sin el papel del periodismo, tampoco el comercio ni la economía o la cultura popular (si no queremos catalogarla «de masas» a lo Escuela de Frankfurt). La divulgación pública del arte, la música o el cine fueron y son posibles gracias al periodismo: ¿nadie debería estudiar cómo se hace esto de una forma que sirva mejor a la sociedad? ¿No tiene rango universitario ese saber? ¿No importa saber entender todo ese ramillete de intereses que se dan cita en el periodismo para evitar servir al más poderoso en vez de a la sociedad?
- Periodismo y teoría: sólo voy a aportar un texto y un cuadro del primer capítulo del último libro de Denis McQuail, Periodismo y sociedad.
Although the practice of journalism, viewed from within, does not require any theoretical justification or explanation, some form of theory inevitably develops out of the wider interaction of journalists and their social environment, especially as journalism becomes more complex and more significant in its potential consequences. Theory may not be needed by journalists themselves to guide their day-to-day activities but it is essential for certain other purposes. It plays a part in explaining, or in justifying, the actions of journalists when these become controversial, and in processes of accountability involving the law or professional self-regulation. In particular, the claim to journalistic freedom as a fundamental principle cannot be sustained without theoretical justification as well as pragmatic arguments.
Por alguna razón que se me escapa (o no) el periodista que habla del oficio del periodista al margen de la universidad suele tener una visión autorreferencial de su profesión, es decir, no tiene una visión de su papel en la sociedad, no se ve como un profesional que debe servir a unos valores ni, por supuesto, como un servicio del que depende el buen funcionamiento de la sociedad.
El periodismo está relacionado con la guerra y la paz, con la justicia y la injusticia, con la democracia y el totalitarismo, con la transparencia o la opacidad, con el conocimiento o la ignorancia. Esa involucración en las grandes cuestiones humanas hace que su papel sea central en la sociedad, papel que debe defender de otros actores poderosos: el poder político, militar o económico que querrán usar el periodismo en su propio beneficio. ¿No deben contar con una preparación universitaria quienes van a ejercerlo?
- Universidad, versatilidad: la Universidad tiene en su espíritu afán de universalidad, no de especialización parcial. El espíritu universitario se ha degradado, en ese aspecto, ya que cada vez es más frecuente que las especializaciones eliminen esos saberes comunes – muy ligados a las humanidades- que explican el porqué, no el cómo de la realidad. El desprecio de la formación universitaria del periodista tiene lazos con el desprecio por las humanidades y las ciencias sociales.
El periodista ha de ir al «meollo de la cuestión» (pdf), como acertadamente traducen al español el informe de la Comisión de Humanidades y Ciencias Sociales de EEUU. Un periodista debería ser un humanista en el sentido más alto de la palabra, una persona volcada en entender a sus semejantes, en ponerse en su lugar y expresar lo que muchos de ellos no pueden; un profesional preparado para entender la economía, el derecho, la política, la cultura.
De ese documento de la Comisión destaco:
Como parte de nuestro esfuerzo para promover un debate público más cordial, una fuerza laboral más adaptable y creativa, y una nación más protegida, las humanidades y las ciencias sociales constituyen un pilar fundamental: son el guardián de la república, la fuente de la memoria nacional y el vigor cívico, del entendimiento entre culturas y la comunicación, de satisfacción personal y de los ideales que nos unen.