Cebrián habla sobre los blogs y dice unas cosas muy raras. Suena como si, en el siglo XVII, un impresor con licencia real se pusiera hecho un basilisco porque ciertos personajes se permití­an la desvergüenza de publicar pasquines a sus espaldas.Acostumbrado a tratar sólo con gente de orden y con todos los sellos puestos en todas las pólizas, parece que le joroba que a un click de El Paí­s esté, qué sé yo, por ejemplo Por si las moscas o Daniel Tercero, un par de periodistas sin licencia real. Y atribuye a los blogs una actitud desvergonzada y adolescente. Hay infinidad de blogs de esas características -desvergonzados y adolescentes- y algún periódico también.

Como es – en el fondo- un aristócrata en el peor sentido de la palabra, Cebrián se cree que sólo ciertas personas tienen derecho a expresar sus opiniones y que tanta gente hablando sólo es ruido que impide oí­r su voz. Lástima que, en medio de tanta exquisitez, se le haya escapado una falta de ortografí­a, como si fuera un vulgar blogger. Queda usted escusado.

Actualización:

También Arcadi Espada escribe sobre nuestro académico iletrado. Descubre una nueva falta. Ahora, al releer el texto, me salta a la vista otra falta de ortografí­a:

Dentro de poco, si las aplicaciones que he comentado progresan, podremos «twitearnos», o «tuitearnos», siendo el tuiteo algo bien diferente a llamar de tu a nuestro interlocutor.

A ese tu le falta un acento, tú.