La clave de la derrota del PP está en el tonto racionamiento de la verdad
En este artículo de Juan Urrutia explica, creo que con mucho fundamento, el estado mental en el que se encontraban muchos miles de españoles durante los 3 días de marzo.
Según el autor, fue la constatación, en plan «lluvia fina», constante, de que el Gobierno vestía la realidad lo que instaló la desconfianza entre la sociedad española. Había una divergencia entre lo que el ciudadano percibía y lo que les mostraban los medios de comunicación adictos al PP. Eso fue calando en la opinión pública de forma continuada y cuando se produjo el atentado del 11 de marzo y la percepción pública difería de la información que daba el ministro del Interior y, sobre todo (el énfasis es mío), de la información que daban los medios de comunicación adictos al Gobierno, el mosqueo dio lugar a la desconfianza y al enfado. Y se acabó.
Afortunadamente (a pesar de las apariencias y de tanto extremista) parte de la sociedad española es cada vez más flexible y exigente en sus posiciones políticas, es decir, votan con un sentido pragmático y espíritu crítico. Ese número de personas, quizás 3 millones, probablemente más; cambia de partido en las elecciones según le interesa. Por ejemplo, el PP ha tenido más votos en el Senado que en el Congreso, lo cual podría permitir la conformación de determinadas mayorías en la Cámara Alta que frenaran leyes aprobadas en el Parlamento.
El PP ganó en el 96 y en el 2000 gracias al voto urbano y de personas con un deseo regenerador de la vida pública. A ese tipo de personas es difícil engañarles en 3 ocasiones, suelen darse cuenta.
Convendría que alguien se lo dijera a Zapatero.