Ha habido en Twitter un intercambio de opiniones sobre diferentes posts en torno a la Misa de la Familia que ayer se celebró en Madrid al aire libre y en todas las diócesis españolas en diferentes espacios: catedrales, parroquias… En Santiago, en la Catedral, en Vigo en una parroquia cercana a mi casa.

La celebración de las Familias, que Rouco realiza desde 2007 al aire libre, es parte de la liturgia de la Iglesia en todos los países. El domingo de la octava de Navidad se celebra la fiesta de la Sagrada Familia. En 2007 no fue una Misa, en 2008 y 2009 sí.

Dicho esto, para poner las noticias en su adecuado marco, no se entiende que una celebración religiosa provoque tales reacciones de desprecio público, falta de respeto e indignación. Queda un gran camino para que este país se encarrile en la democracia. Y, como no hay argumentos racionales ante un convocatoria libre, se recurre al chiste barato.

Por repetirlo, que no quede: la sociedad es plural. Jamás, queridos neprogresistas, va a haber un país en el que estéis rodeados exclusivamente de modelos sociales que os caigan simpáticos. Lo queráis o no, la cultura cristiana es mayoritaria en nuestro país, aunque los medios de comunicación no reflejen esa realidad social.

La sociedad está formada mayoritariamente por familias ejemplares que cuidan de sus miembros más frágiles: los niños, los enfermos y los ancianos. Que se comprometen para siempre. Que crean un hogar estable en el que las personas valen por lo que son, no por lo que aportan. Que son el colchón que amortigua la crisis: es inexplicable la paz social española si no hubiera unas familias sólidas que «soportan» el peso de un paro intolerable en otros lares.

Pues eso es la familia, que vosotros tacháis de tradicional. El pacto de convivencia temporal, las uniones sentimentales que hoy son y mañana no, las coexistencias circunstanciales que evitan a cualquier precio el sacrificio sólo añaden inseguridad y amargura.

«El alma es naturalmente cristiana» (Tertuliano) y esa familia, que es la familia natural, existe en las culturas más humanizadas, no sólo en las sociedades cristianas. La explicación es sencilla: son reflejo de la Dios, que es familia, y que nos ha creado a su imagen y semejanza.

El humor sin gracia

Cuando estaba en EEUU, una vez vi a una niña que se rió de que otro niño se había caído. Un adulto le dijo: «si sólo te hace reír a ti, no es divertido». A Ignacio Escolar, y sus palmeros, le suele hacer gracia lo que a los demás no les produce sino pena, lo cual debería hacerles pensar un poco. Reírse de lo que para los demás es sagrado es una triste gracia, un chiste fácil que, insisto, no se da en las sociedades que han asumido la democracia y el pluralismo.

El chiste obsceno y grosero en España es un reducto de lo más casposo de nuestra sociedad. Un reducto que se cultiva como el arma del débil, que no tiene otros argumentos que la ridiculización del oponente.

Todo ello no es más que un reflejo de la falta de respeto a la inteligencia de los demás. Se entiende el debate casi como una pelea, en la que vale todo con tal de ganar. Como no hay auténtico interés en encontrar la verdad en el debate, se busca la zancadilla, la maniobra que distraiga o el golpe bajo.

Ese clima no ha sido combatido, sino todo lo contrario, por los medios de comunicación españoles. El debate se ha sustituido por el grito y en esas estamos. Muchas veces dan ganas de callarse y no intervenir, pero otras veces pienso que el silencio es comodidad.