Más de 5.000 periodistas estuvieron estos días en Roma, desplazados allí con el propósito de informar sobre el cónclave y la elección del Papa Francisco.
Los días anteriores se produjo la habitual quiniela de papables. Pienso que lo mejor es ni leer esas predicciones sobre quién va a ser papa, estoy convencida de que se hacen con la misma técnica que el horóscopo. Los medios de comunicación deberían reflexionar sobre el desprestigio que supone, una y otra vez, hacer el ridículo previendo papas que nunca se dan. O bien sus periodistas se los inventan o las fuentes que les «informan» están corrompidas.
El problema ya es de chapuza cuando ni siquiera es que un medio se invente sus papables sino que pretende cobrar a su audiencia por decirle lo que los medios italianos dan por papable o lo que dice tal vaticanista en tal otro medio. Es realmente una vergüenza que medios españoles de pago como El Mundo rellenaran páginas y páginas de este estilo durante la sede vacante. Vergonzoso. Y la cara dura ya es de órdago cuando al salir este papa imprevisto, se acusa de cara duras a los demás.
Bien, tenemos nuevo Papa. Esos medios que anteayer hablaban de un Vaticano lleno de conjuras, malas personas y corruptos cardenales han encontrado un mirlo blanco. Resulta que Francisco milagrosamente ha brotado en una cueva de ladrones. Y entonces entramos en «hype«. Sí, no les importa nada pasar a modo fan, vende periódicos.
Una de las «habilidades» de un director de medios es saber oler el ambiente, como aquel director de periódicos que sacaba la cabeza por la ventana de su depacho para decidir cuántos ejemplares se imprimían. Francisco cae bien, por ahora, y mientras lo haga los medios le harán la ola, igual que se la hicieron a Juan Pablo II durante los meses iniciales de su pontificado. Mientras atraiga audiencia, será así.
En el afán de hacer la ola se da por buena cualquier información. Se ha leído en todas partes una noticia sobre un presunto encontronazo entre el Papa Francisco y el cardenal Bernard Law al que habría conminado – a través de otras personas- a abandonar la basílica de Santa María la Mayor donde vive y retirarse a un monasterio. Hoy el Vaticano lo ha negado categóricamente. Y ahí sigue la noticia, sin enmienda.
Ahora bien, con 5.000 periodistas en Roma, ya es curioso que ninguno, excepto Rocco Palmo, que no está en Roma sino en EEUU, se diera cuenta de que el Papa Francisco no había confirmado a ninguno de los cargos de la Curia, como los otros papas habían hecho, a las 24 horas de ser elegido. Hoy, finalmente, el Vaticano ha dicho que el Papa los renueva temporalmente porque se quiere tomar un tiempo de reflexión antes de decidir a quién nombra. Eso es una noticia.