El Gobierno da carpetazo a la Ley de Libertad Religiosa según el diario Público. En cuanto lo leí me hice la composición de lugar que se debieron de hacer en el Gobierno: noviembre de 2011, el Papa visita Barcelona y Santiago. Agosto de 2012, el Papa asiste a la JMJ de Madrid. En menos de 10 meses, dos visitas del Papa y además dos (o tres) convocatorias electorales.

Imaginaos por un momento que la tramitación de la ley hubiera seguido adelante. Imaginaos que mientras discuten que se debe eliminar el crucifijo de todo espacio público o después de haberlo aprobado, tengamos a un presidente del Gobierno o a una vicepresidenta saludando al Papa en Santiago, o a un presidente de la Generalitat sonriendo al Papa en la Sagrada Familia, o a los miembros de la Casa Real asistiendo a Misas y besando el anillo papal y a millones de jóvenes haciendo manifestación de su fe católica.

Esa imagen, que no sería más que reflejo de la realidad, haría trizas la ley y al Gobierno que quisiera imponerla. En el imaginario mental de Zapatero y de sus medios afines somos un reducto del franquismo y los que imponemos somos nosotros, porque somos una minoría poderosa. Esa es la imagen que desean proyectar sobre la sociedad. Pero en los momentos televisados de las visitas papales veríamos a ese Gobierno chupando cámara con Benedicto XVI y veríamos al anciano Pontífice congregando multitudes donde los medios nos decían que sólo había apóstatas.

Eso, unido a las citas electorales de las catalanas y las municipales, componen un nuevo lío añadido a la multitud de líos que el presidente se ha ido labrando él solito con sus manitas y su tricotosa. Lo de la libertad os hará verdaderos pasa factura. La realidad es muy terca.