El comunicado de ETA varía en su versión en euskera y castellano en el término «acciones armadas»
La organización terrorista no emplea en el texto las palabras «autodeterminación» ni «independencia»

AHORA ES CUANDO EMPIEZA LA BATALLA POLÍTICA

Fui al pleno. Vi a los del PP desinflados. Algunos, los más retorcidos, hubieran preferido lo contrario. Pero aquel anuncio del principio del fin empezaba a hacerse realidad. Le saludé a la Vicepresidente Fernández de la Vega. Se enteró cuando bajó de la tribuna. Le pregunté si creía que el alto al fuego era definitivo. Me dijo que si. Y empezaron muchas lupas a analizar el comunicado. Pero el comunicado no hay que analizarlo con lentes de aumento. Cada palabra está pesada y medida y, fundamentalmente, está dirigida a su propia gente. Sin muchos adjetivos y sin reconocer nada. No es tiempo para reproches sino para buscar soluciones en un largo camino cuyo primer paso se dio el miércoles.

Ignacio Anasagasti Diputado del PNV

Una paz sin pelotazos políticos

Si es ilegítimo el uso de la violencia para conseguir objetivos políticos, también lo debe ser pretenderlos a través de su cese. No tendría ningún sentido que la voluntad de la sociedad fuera forzada ahora de otra manera, por ejemplo, con la amenaza implícita de quienes sólo habrían abandonado el uso explícito de la violencia pero continuaran ejerciendo una tutela sobre la sociedad, o con el oportunismo de quien espera alguna ganancia que no podría conseguir mediante procedimientos estrictamente democráticos.
(…)

Los primeros aspirantes a beneficiarios del cese de la violencia son quienes la han practicado pero no terminan de aceptar algo elemental: que el final de la violencia es también el final de la coacción que supondría la amenaza de volver si lo acordado por los agentes políticos no coincide con lo pretendido por la organización terrorista. Un proceso de paz que no hiciera valer desde el principio la libertad frente a dicha tutela arrojaría siempre una sospecha de ilegitimidad sobre sus resultados. A los agentes políticos les corresponde cerciorarse de que ETA pone en marcha un proceso de paz y no un proceso para conseguir sus objetivos políticos de otra manera.

Daniel Innerarity, filósofo y escritor. Miembro de la mesa nacional del PNV.

Zapatero conoció la tregua por información de los interlocutores con ETA en Elgoibar y se lo contó a José Blanco este martes en Ferraz

Oportunidad inédita

Pero alto el fuego permanente no es lo mismo que el fin definitivo de la violencia -«disolverse y deponer las armas»- que la resolución del Congreso consideraba como único destino de ETA. La ambigüedad calculada del comunicado aspira seguramente a permitir una interpretación que, sin ser de reconocimiento abierto de derrota, al estilo de la carta de Pakito, pueda tener encaje en las condiciones establecidas por el Congreso para impulsar un «final dialogado de la violencia». Ese posible cálculo, más el tono general del escrito, relativamente sobrio y bastante medido, parecen indicar que se trata de un texto pactado. Lo que remite a la existencia de alguna forma de contacto previo, directo o a través de intermediarios. Esto explicaría el optimismo gubernamental de los últimos meses frente a señales tan negativas como la continuidad de los atentados mafiosos y de la violencia callejera. Tal vez la decisión ya estaba tomada, como se rumoreaba desde diciembre, y ETA estaba buscando el momento publicitariamente más conveniente para hacerla pública. Esas señales serían la forma de demostrar que conservaba capacidad de hacer daño. La convocatoria de huelga general del 9 de marzo habría querido ser, en esa lógica, la prueba de su capacidad de movilización como paso previo al esperado anuncio. Pero el fracaso de la huelga, más la imputación por la justicia de sus convocantes, entre ellos Otegi, habría alertado de los riesgos de prolongar la situación.

Editorial de El País