Hace meses que hay dentelladas entre el ABC y FJL, pero ahora son puñaladas diarias y, a ser posible, en el hígado.

El ABC, desde que Zarzalejos ha retomado el timón de la dirección, ha marcado distancias cada vez más evidentes con la Cope.

Verdad es que, casi a diario, FJL le dedicaba epítetos nada elogiosos desde su programa. Le acusaba de llevar una deriva de traición hacia los lectores más veteranos del periódico, de no ser el periódico de referencia de la derecha sino un periódico vasco, en fin, lo habitual.

El ABC, desde luego, ahora no convence ni a conservadores ni a neoprogresistas. Doy fe de que las personas de ideario conservador que me rodean están enfadadas con la nueva línea. Parece como esos periódicos de provincias que intentan enmascarar su línea editorial o adelgazarla tanto que la dejan escuálida. Lo cual, para un diario centenario, de trayectoria tan marcada y público tan vetusto suena a suicidio. Pero allá ellos.

La disputa empezó a hacerse sucia y con olor a dinero a partir de las revelaciones de la Cope sobre el EGM. No hay nada peor que el fuego amigo y el ABC desde un editorial metió un misil traicionero y de mal estilo, apelando a la Conferencia Episcopal ¿para qué? ¿Para que echen a FJL? ¿Para que lo censuren?

Ayer se consumaron las amenazas y expulsaron a la Cope del EGM, algo que, como mínimo, es prueba del ambiente putrefacto de la comunicación en España. Nadie quiere saber lo que Abellán ha podido descubrir ni probar: sólo interesa que el asunto se acalle.

Desde el ABC se tituló la noticia de forma maligna, intentando que la medicina doliera lo más posible: El sector de la comunicación expulsa a la COPE del EGM por manipular los datos de audiencia. En la noticia se miente, al decir que la expulsión es por manipular los datos de las encuestas, cuando la expulsión se remite al artículo 13 de los estatutos de AIMC que consideran falta grave airear las discrepancias públicamente sin haberlas hecho saber previamente a la dirección de AIMC. José Antonio Abellán sostenía esta mañana que en la famosa reunión anterior a hacer públicos los datos sobre la chapuza del EGM, él aportó documentación y que el consejero delegado de Cope informó a la dirección de la AIMC sobre las irregularidades.

Esta mañana, FJL salió en antena diciendo que, tras esa noticia del ABC, quien quisiera hacer saber al ABC su descontento o dar de baja su suscripción podía llamar al servicio de atención al cliente y dio el número de teléfono. Añadió que también podían llamar allí si querían hacer saber su satisfacción o felicitar al ABC.

La salida de pata de Vocento, anunciando que va a poner una demanda ante el Tribunal de la Competencia porque FJL les denigra, es un despropósito que insiste en el mal estilo. Que un medio de comunicación pretenda callar a otro a través de los tribunales, cuando no hay ninguna lesión a los derechos fundamentales indica un ánimo censurador peligroso. ¿Qué idea tiene el Grupo Vocento de lo que es el derecho a la información? ¿Es que no se puede animar al público a hacer saber su disconformidad con la postura editorial de otro medio?

Por otra parte, la actuación de Federico Jiménez Losantos de apelar al público es transparente, pero la actuación de Vocento apelando a los obispos es retorcida. Buscan que alguien calle a FJL, que otro se manche las manos, incitando, mediante presiones: «El consejero delegado de Vocento ha indicado que la demanda se podría retirar en el caso de que la Conferencia Episcopal garantizara que va a tomar medidas para evitar estos ataques». Esta frase es más propia de una película de gangsters que de un grupo de ejecutivos, ¿o quizá la comunicación en España es un ambiente mafioso?